agosto 08, 2009

Cap 2 "Delirios"

SignamentuM

***Capítulo 2 "Delirios"
***

Abrí repentinamente mis ojos y lo primero que pude ver fueron las intensas luces de las lámparas de la enfermería de la escuela, me levanté un poco hasta quedar sentada sobre la camilla y observé a mis amigas.
--Qu… ¿Qué pasó?—les pregunté tratando de acostumbrarme a la luz de las lámparas.
--Pues… mmm… te desmayaste al terminar la práctica—respondió Aline.
--¿Ustedes me trajeron hasta acá?—.
--No, el chico nuevo, Vladimir. Por suerte estaba cerca del campo y vio que pasó… y bueno pues te trajo hasta acá—me respondió Aline nuevamente con una tímida sonrisa. Así que había sido él quien me llevó hasta la enfermería; sonreí internamente, no iba hacerlo público pero había algo en ese chico que me intrigaba. La enfermera Millers entró en la habitación interrumpiendo así abruptamente mis pensamientos.

--Bien Tamyra veamos—dijo acercando una silla junto a la camilla.— ¿Haz comido bien últimamente?--.
--amm… si--.
--Y también haz dormido bien?—dijo acercándome la pequeña luz de su lámpara a los ojos.
--si… creo… si—contesté desconcertada y con la luz aun calando en mi ojos. Y entonces recordé aquella escena, ¿que había sido eso?, había podido sentir toda la angustia incluso el dolor de mis piernas, al pensar esto las moví un poco y vaya como dolían, pero no había rastro de alguna herida ni nada, toqué mi cara y tampoco había nada.
--¿En los últimos días haz sentido malestar?, ¿Algún dolor irregular?—preguntó nuevamente.
--No, de hecho fue desde hoy que comencé a sentirme un poco mal, en la clase de matemáticas después del descanso—
--¿Qué tipo de malestares?—
--Pues, amm… mi vista se nublaba, me dolía la cabeza, estaba también un poco mareada y no pude comprender nada de la clase—. Dije con una mueca recordando lo mal que me había sentido a lo largo del día. La enfermera asintió mientras seguía haciendo anotaciones.
--Estás agotada—dijo por fin después de unos minutos de silencio.— tu cuerpo necesita un descanso, lo siento pero te debo pedir reposo Tamyra, por lo tanto no puedes continuar en las prácticas—.
--P…pero… -- comencé a protestar.
--Pero nada. Tu malestar como dijiste comenzó hoy, pero no puedo arriesgarte a que se agrave un poco mas y pueda llegar hasta un síndrome de fatiga crónica*—dijo tajantemente.
Esto era horrible!, no podría practicar con el equipo, en otra temporada no hubiera habido el menor problema, pero ahora cuando la competencia estaba a tan solo unas semanas!, cada ensayo era fundamental y sin mi el equipo estaba incompleto; esperaba y las chicas pudieran apañárselas sin mi. Miré hacia ellas y pude ver un poco de preocupación en sus rostros pero a su vez también había cierta comprensión.
--Está bien…ya veremos como nos arreglamos—soltó Julissa con un suspiro.
--Si Tam, no quisiéramos que se ponga peor, así que si será mejor que descanses—.le siguió Aline.

Salimos de la enfermería directo a nuestras casas, el trayecto era silencioso e incómodo, yo iba en la parte de atrás del auto de Aline y me sentía mal, sabia que estaban un poco molestas por que no iba a poder estar con ellas en las prácticas pero realmente no había nada que yo pudiera hacer contra las órdenes que había citado la enfermera hacia el entrenador para no estar en los ensayos.

Llegamos hasta mi casa y bajé del auto, me despedí de ellas con la mano y se fueron, me quedé parada un instante a mitad del camino hacia la puerta de mi casa y volteé hacia atrás, era raro, sentía como si alguien estuviera siguiéndome, eso era absurdo así que seguí mi camino y entré. Como ya era costumbre ésta se encontraba vacía; dejé mis cosas en el sofá y fui hacia la cocina, había una pequeña nota pegada en la puerta del refrigerador…

“Salimos de emergencia hacia la empresa Tam, no podremos llegar para la cena. Si tienes hambre hay comida en el refrigerador y dinero y la tarjeta en la caja.

Con amor mamá y papá”

Bueno al menos esta vez se habían dignado en avisar. No tenía ganas de hacer absolutamente nada; tomé el teléfono y me fui hasta el sofá, encendí la televisión y marqué el número de la pizzería. Cambiaba canales a diestra y siniestra sin encontrar nada bueno para ver, repentinamente sentí un horrible escalofrío que me hizo sobresaltarme y casi puedo jurar que habia visto una sombra pasar por la ventana.
El timbre sonó e involuntariamente dí un pequeño brinco de susto, me levanté a tomar el dinero de la barra y me dirigí hacia la puerta.
--Hola, buenas noches—me dijo con una sonrisa el joven repartidor tendiéndome la caja que contenía la pizza.
--Hola... gracias—dije tomando la caja y entregándole el dinero. Me dio un pequeño “gracias” y se fue. Creo que comenzaba a tener delirios de persecución o algo parecido, sentía que algo o alguien se encontraba por ahí afuera, decidí nuevamente no darle importancia y entré a mi casa. Me tumbé en el sofá y comencé a comer, al diablo todas las calorías que tenia aquella pizza, quería darme el lujo de por una vez no limitarme en comer todo lo que me gustaba por miedo a que el uniforme de animadora no me cerrara.

Después de lo que pude calcular fueron horas, el sueño me estaba venciendo, miré el reloj y ya pasaban de las 12:00am y mis padres no llegaban. Habían dicho que no llegarían para la cena, pero era ya bastante tarde; seguramente se habían ido a cenar en algún lugar. Quería esperarlos pero sabía que en cualquier momento caería en un sueño profundo. Apagué el televisor y subí las escaleras hacia mi habitación, me puse el pijama y me dirigí al baño; cepille mis dientes y enjuagué mi cara y por fin después de un largo día observé mi reflejo en el espejo.

Mi cara estaba pálida, mi cabello medio rubio y lacio que me llegaba a los hombros se encontraba atado hacia atrás en una pequeña cinta; tenía unas marcadas bolsas debajo de mis ojos color café y mi mirada estaba opaca, casi sin vida. ¿Desde cuando me había descuidado tanto?, ¿desde hace cuanto mi rostro se veía con tan poca vida?, también ¿desde cuándo mis ojos no tenían aquel brillo que los caracterizaba?, ¿Qué demonios me estaba pasando? Aquella chica en el espejo era yo, pero entonces ¿por que me sentía tan fuera de mi?, quizás era que estaba demasiado cansada, tal y como lo había dicho la enfermera, tal vez después de haber descansado bien me compondría. Con ese pensamiento me dirigí nuevamente a mi habitación y me dispuse a dormir.

Sentía dolor en todo mi cuerpo, no podía moverme libremente ya que unos grilletes me sujetaban de tobillos y muñecas, mis brazos y piernas sangraban, inclusive podía sentir que hasta mi cara ardía. Alguien me tomaba por el pelo tirando de el hacia atrás, dolía mucho al tratar de librarme de ese agarre. Luchaba con toda la fuerza que me quedaba, quería ir hacia el, hacia el grupo de hombres que se encontraban frente a mi. En medio de ellos había un hombre tumbado a sus pies, lo que me estaba sucediendo a mi no era nada comparado a lo que aquellas personas hacían. Lo estaban torturando y casi quemando vivo, él gritaba de dolor e intentaba huir de aquellos salvajes mientras ellos reían sonoramente y me sorprendió escuchar mi propio grito también, todo aquello parecía en vano ya que mas lo lastimaban y mas reían. Manos y garras lo arañaban por todo el cuerpo sumándose al inmenso dolor del fuego. Podía sentir las lágrimas resbalando por mis mejillas haciendo que mi dolor incrementara; pude sentir manos recorriendo mi frágil cuerpo de manera obscena, quise librarme pero eso lo hacia aun peor. No lo soportaba!, quería que todo eso terminara de una vez, No podía ver la cara del hombre que estaba sufriendo, pero de algún modo sentía que estaba unida a el; si iban a matarnos hubiera preferido una muerte rápida y no tan dolorosa.

Al siguiente segundo que volví mi mirada hacia aquel lugar aquel hombre había dejado de luchar mientras que ellos lanzaban gritos llenos de euforia, su cuerpo ardió en llamas y de mi garganta salió un desgarrador grito, saberlo muerto dolía mas que todo aquello que me hacían, sentí que ya nada tenia sentido y dejé de luchar yo también, dejé caer mi peso y sorpresivamente me soltaron y se alejaron de mi. Segundos después pude distinguir que uno de aquellos sujetos se dirigía hacia mí con algo escondido en su espalda, su mirada era intensa e irradiaba odio, se bajó hasta quedar a mi altura muy cerca de mi cara y susurró algo que no pude escuchar, se irguió nuevamente y después blandió por lo alto una gran espada que iba directo a mi pecho…

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