diciembre 22, 2009

Concurso Navideño de "Entre Libélulas"

Hola!!

bueno ps vengo con un post realmente rapido, ya que debo ir a dormir o me mataran! jajaja xD... bueno es para anunciarles el post del concurso de Mariana del blog Entre Libélulas que me parece bastante bueno!!, aquí la info tomada de su blog ;)...

CONCURSO NAVIDEÑO



¿Qué voy a ganar?
Un ejemplar de Ciudad de Hueso de Cassandra Clare, reseña aquí.


¿Qué hay que hacer?
Abierto sólo a seguidores del blog.

En futuros post podrás encontrar palabras en cursiva, que al finalizar el plazo del concurso formarán una frase navideña. Ordénalas correctamente, envía la palabra a mi correo y listo. Esta parte del concurso es obligatoria, si lo haces tienes una entrada y si tienes la frase correcta tendrás una entrada extra.
Si eres el primero en enviarme la frase correcta tendrás otra entrada extra.

Extra entradas (no obligatorias):
+1 Anunciar el concurso en Twitter
+2 Postear sobre el concurso en tu blog
+1 Poner la imagen del concurso en tu sidebar

Llena la forma con los links y tus datos.

¿Quiénes pueden concursar?
Este concurso está abierto sólo para el territorio mexicano. =)

La fecha límite es el 27 de diciembre, se anunciará el ganador el 30 de diciembre de 2009.

diciembre 04, 2009

Capítulo VIII "Disculpas a un Orgullo Herido"

Mi tía salió de la cocina segundos después de que yo entrara en la casa. Me vio recargada en la puerta justo cuando de mi boca salía un pequeño suspiro. Me dio una pequeña sonrisa cómplice y volvió a entrar en la cocina, esa era una clara seña de que quería hablarme.
—nuevo galán ¿ha?—me dijo sonriendo mientras terminaba de untar mermelada en un pan.
— ¿qué? ¿De qué hablas?—dije haciéndome la inocente, pero creo que mis expresiones faciales no fueron del todo convincentes ya que soltó una carcajada.
—Tamy, si no te conociera tan bien en verdad me habrías engañado—
—bueno, había que intentarlo ¿no?—dije con una pequeña sonrisa
—definitivamente; pero entonces platícame de él—dijo dándome un par de panes con mermelada encima haciéndome señas para salir de la cocina.
Fuimos hasta la sala, donde se encontraba el sofá y nos sentamos; mordió uno de sus panes y entonces me habló:
—Entonces… ¡cuéntame!—dijo mientras masticaba.
—esta bien. No hay mucho que contar, solo que es el chico nuevo de la escuela, viene de Inglaterra…—me vi interrumpida por que comenzó a ahogarse con el pedazo de pan que había mordido.
— te… ¿te encuentras bien?—pregunté mientras le daba pequeñas palmaditas en la espalda. Cuando pudo tranquilizarse para hablar fue bastante extraño.
— Entonces… ¿qué pasó con tus padres?—dijo desviando la mirada hacia un punto en la distancia y con bastante nerviosismo. Era más que obvio que quería cambiar de tema, pero ¿por qué?, esta definitivamente no era una actitud normal en ella.
— ¿Segura que te encuentras bien tía?—
— Claro, claro… y ya te he dicho que es Janett—dijo nerviosa. — pero creo que ahora es más importante lo que pasó en tu casa.
— En verdad… no quiero hablar de eso, me siento mal de tan solo pensarlo—
— pero sabes que debes contarme para poder ayudarte, Tamy—dijo con el tono con el cual siempre me hacía confesar las cosas.
— bien, ¿no tengo otra opción cierto?—dije mientras ella negaba con la cabeza. Comencé a relatarle todo lo que había pasado desde que los chicos habían llegado a mi casa; era bastante agradable platicar con mi tía por que en verdad se preocupaba por mí, aun en las situaciones más difíciles trataba de entenderme, para mi era como una segunda madre, ya que desafortunadamente la primera no desempeñaba muy bien su papel desde hace un par de años.
— Me siento tan mal de que no puedan confiar en mí, casi nunca los veo y cuando tengo la oportunidad tiene que ser solamente para pelear, es bastante agotador. —dije con un suspiro, hundiendo mi cara sobre mis manos que se encontraban a la altura de mis piernas.
— Tienes que pensar que por una razón tienen derecho a molestarse, la vez pasada no termino muy bien; déjame terminar—dijo en cuanto vio que yo iba comenzar a protestar. — sabes que es cierto, pero por otro lado del modo en que me lo cuentas siento que fue un poco exagerado toda esa situación, cuando pudo haberse arreglado hablando como la gente normal…¿cuál era el nombre del chico del accidente?—
— Su nombre es Bruno, es el hijo de los famosísimos Hals… pero te juro que quería morirme en ese preciso momento, ¡pero de vergüenza!; Vladimir vio todo aquél alboroto—
— co… ¿como se llama?—preguntó.
— ¿Quién?... ahh, Vladimir, Vladimir Douglas—respondí. Su cara cambió drásticamente de expresión, parecía tristeza, miedo, rabia, pero en verdad no supe descifrarla muy bien; no me veía, noté que hacía todo lo posible para evitar mi mirada; ¿dónde quedaba la seguridad que siempre había mostrado?; que yo recordara jamás la había visto bajar la mirada.
— tía ¿Qué pasa?, haz estado un poco rara… — dije acercándome un poco para que pudiera verme a los ojos y tal vez así pudiera descifrar un poco mejor su expresión.
— nada… yo… estoy cansada es todo, creo que será mejor que me vaya a la cama, deberías hacer lo mismo, ya es tarde—me dijo mientras se levantaba de su lugar e iba a la cocina a dejar los trastos que habíamos ensuciado. Comenzó a subir las escaleras rápidamente, y con un simple gesto de mano desde un punto más alto de la escalera me gritó:
— ¡Buenas noches!—y después solo escuché el sonido de la puerta de su habitación cerrándose.

Me quedé sola en la sala de estar, confundida en verdad, aquello había sido bastante raro, pero comprendí que era mejor no preguntar nada, porqué sabía que no me diría que le pasaba. Subí a la habitación que mi tía siempre tenía preparada para mí, dispuesta a descansar un poco, el cansancio de todo el día comenzaba a cobrarme factura.

* * *

Me encontraba escondida detrás de unos viejos barriles, una pequeña disputa estaba llevándose acabo unos pocos metros por delante de mí. Inspeccioné rápidamente mi atuendo entonces concluí rápidamente que era otro de aquellos sueños raros que estaba teniendo últimamente, y que en definitiva esta vez me encontraba viviéndolo y no solo observando.

— ¡pero no puedes entregársela así sin más!... es… ¡sólo tiene dieciséis años!—escuché que gritaba la mujer al hombre que estaba junto a ella.
— ¡entiende mujer! ¡No he podido hacer nada!... él la quiere solo a ella, no aceptará nada más y… —vi que se detuvo y miró en mi dirección mientras la mujer se giraba llorando de manera que solo se podían escuchar sus sollozos.
— Analise, hija, acércate—me dijo el hombre haciéndome una seña con sus manos. Me acerqué hacia donde estaban.
— ¿Qué es lo que pasa?, ¿porqué lloras madre?—me sorprendí, como las veces anteriores, de que aquella voz saliera de mi garganta. Me acerqué a ella y rápidamente secó las lágrimas de su rostro y me acercó a ella, abrazándome fuertemente.
— ya no eres una niña, es hora de que formes tu propio hogar—dijo aún abrazándome.
— ¿mi propio hogar?; no querrás decir que yo tengo que... —en cuanto dije esto ella rompió a llorar nuevamente.
— no podemos hacer nada… el lo ha dicho claramente. El no se conformará con otra cosa, solo a ti como… pago—
— entonces… ¿debo irme con él cierto?—pregunté. Sentía que la rabia y la tristeza me carcomían por dentro. No sabía muy bien que era lo que pasaba, pero en ese momento era lo que sentía. El hombre a quien ya lo sabía como padre de aquella chica llamada Analise, solo asintió con la cabeza mientras bajaba la mirada derrotado.
— ¿Cuándo?—dije nuevamente.
— Mañana al medio día, él vendrá personalmente, para que no tratemos de hacer nada imprudente según dijo—
—…está bien, si es lo que quiere para librarte de la deuda aquella, lo haré padre—dije rindiéndome yo también. Las miradas de ambos padres se encontraron y sin mirarme nuevamente decidieron entrar en la casa. Me recosté sobre un pequeño catre, dado que la casa era realmente pequeña, y según se veía con bastantes decadencias. Sentí como una pequeña ráfaga de sueño caía sobre mí, pero bastante ligero, después de un buen rato el fuerte sonido en una puerta me hizo despertarme, la mujer se acercaba rápidamente a mí y entonces la escena cambió.

Me encontré andando rápidamente sobre un caballo por el bosque, caía y me sentía empujada hacia atrás. La escena cambiaba continuamente; imágenes felices con un chico volaban por mi mente, luego se convertía en angustia, seguía corriendo para salvarme. Todo en mi mente se cruzaba, las imágenes de todo aquellos sueños se presentaban ante mí como si fueran uno solo, después sentí nuevamente como mi cuerpo caía al vacío.

— ¡Tamyra!... ¡Tamyra despierta!—escuché la voz de mi tía mientras sentía como agitaba mi cuerpo para que reaccionara. Abrí lentamente los ojos y enfoqué su rostro, se le veía muy preocupada pero un poco de alivio se reflejó en su expresión cuando me vio despierta. Mis ojos ardían y tenía muchísimo frío; sentí como mi cuerpo comenzaba a temblar.
— te… tengo frí…frí… frío—dije tratando de hundirme en las delgadas mantas que estaban sobre mi cuerpo. Los temblores comenzaron a hacerse más intensos, como aquella vez me había pasado cuando Vladimir me había acompañado a casa; a diferencia de que esta ocasión lo sentía un más intenso. Mi vista se nublaba, mis ojos ardían demasiado, sentía gotas de sudor descendiendo de mi cara y de todas partes de mi cuerpo, en mi cabeza nuevamente comenzaron a pasar las imágenes de aquellos extraños sueños, pero especialmente uno perduró más que los otros; era el peor sueño de todos, aquél en donde se practicaba aquella tortura, la que yo había sentido como si en verdad hubiera estado ahí. La imagen del chico que estaba ahí ahora se apreciaba con más claridad, su pelo mojado por el sudor cayendo sobre su frente, era claramente Vladimir. En cuanto dirigió una mirada hacia donde yo me encontraba volví a la realidad; con un último espasmo y un grito de dolor que quedó atorado en mi garganta dejé de sentir aquel frío que parecía querer congelarme hasta la muerte. Traté de tranquilizarme para que mi respiración se normalizara, pero aquello iba a tardar un buen rato.
Ella me veía con una expresión de miedo en su rostro, pero instantes después se transformó en una mueca de tristeza seguida nuevamente por la preocupación.
— ¿te encuentras mejor linda?—
—… si, un poco… me siento muy cansada… pero…—
— ¿Pero qué?—me preguntó dulcemente mientras acariciaba mi cabello.
— Tengo miedo—
— ¿Miedo de qué?—preguntó nuevamente.
— de soñar—dije en apenas un susurro. —en los últimos días he tenido sueños perturbadores, muy raros… incluso hay veces que puedo sentirlos como si de verdad estuviera ahí—continué estremeciéndome por pensarlo. Su expresión siguió igual pero ahora ya no me miraba, si no que al igual que ayer, miraba hacia la nada.
— Será mejor que descanses, ya más tarde podremos hablar Tamy—me dio un beso en la frente y salió de la habitación dejándome nuevamente sola. Decidí tratar de dormir otra vez, rogando al cielo no tener alguno de esos sueños nuevamente.


Eran las cinco de la tarde cuando me desperté por segunda vez, habían pasado ya seis horas desde aquél episodio. En verdad había dormido bastante, más de lo que hubiera podido dormir en los últimos días, y realmente me hizo bien; tenía la mente más despejada y creo que hasta mi cara, y el brillo de mis ojos lo confirmaban. Decidí tomar una ducha, en la casa de mi tía Janett tenía un pequeño guardarropa, ya que cada semana me quedaba en aquella casa; el baño me supo a gloria, salí envuelta en una toalla con un poco de agua escurriendo por mi cabello, fui al espejo de cuerpo completo que se encontraba en la habitación y comencé a cepillarme el cabello, cuando terminé me quede unos minutos solo mirando mi reflejo, casi muero del susto cuando en el reflejo que el espejo me brindaba, justo a un lado de mi cabeza, cerca de mi oreja izquierda se dibujaron un par de ojos rojos como la sangre, que parecían mirarme fijamente; mi instinto me llevó a hacerme hacia atrás y cerrar mis ojos, seguramente cuando los abriera ya no estarían ahí; justo eso hice y pasó, en el espejo ya no había nada más que mi reflejo aterrorizado. Determinada a no querer estar sola por más tiempo me vestí lo más rápido que pude, recordando que ese día vería también a Vladimir. Bajé las escaleras y fui a buscar a mi tía, pero no había señales de ella en toda la casa, todo estaba demasiado silencioso, más de lo que me hubiera gustado.

Recordé que no había tenido oportunidad de traer mi ordenador portátil, así es que rápidamente fui a encender la televisión que se encontraba en el estudio, sentía que todo ese silencio podría volverme loca, o quizá ya estaba paranoica y me asustaba por todo. Bajé algunos cosméticos que había dejado la visita anterior y comencé a ponerme un poco de maquillaje, esperando que las ocho de la noche llegaran. Terminé de maquillarme, y vi que apenas eran las siete con treinta minutos mi estómago comenzó a gruñir y recordé que no había comido en absoluto, ya que me había pasado el día dormida. Fui hacia la cocina y me preparé unos sándwiches de lo más sencillos y me dispuse nuevamente a ver la televisión.

Las manecillas del reloj avanzaban, cuando menos me di cuenta ya era la hora, así que esperé paciente que en cualquier minuto tocaran a la puerta. Los minutos siguieron corriendo y pronto ya eran las nueve de la noche, no había señales de Vladimir; esperé, quizás tuvo algún imprevisto o algo por el estilo. Las diez de la noche llegaron pronto y no había señales de nadie, ni siquiera de mi tía Janett. Me sentía un poco mal, ¡me había dejado plantada!; eso era definitivamente algo que nunca me hubiera esperado, pero había algo aun más raro, que me sentía extrañamente demasiado mal por ese hecho, ¡eso era una ridiculez!; llevaba muy poco tiempo de conocerlo para que causara ese sentimiento de pesar en mi, pero parecía ser inevitable.

Justo cuando el reloj dio las once de la noche, decidí dar mi espera por terminada; era más que obvio que no vendría y yo necesitaba regresar a casa, fui a la habitación por algunas de mis cosas y bajé justo cuando mi tía entraba por la puerta principal.

— ¿acaso pensabas irte sin decir siquiera un adiós?—me dijo a modo de regaño, pero yo sabía que no había en absoluto nada de eso. Algo debió haber visto en mi expresión, por que de inmediato se puso un poco más seria. — ¿qué pasó Tamy?—
— Nada… tengo que regresar a casa—dije desviando un poco la mirada.
—como que no pasa nada, entonces ¿por qué la cara triste? ¿Es por un chico?—
— ¿por un chico…?—me vi forzada a dejar de protestar, con su mirada me aseguraba que había dado en el clavo, y así lo había hecho, ¡odiaba cuando eso pasaba!.
—Solo… solo no vino… es todo—dije tratando de restarle importancia al asunto, ya que en cierto punto me avergonzaba un poco decirlo.
— ¿entonces…?—
— Entonces nada, el mundo no se va a caer por eso—dije caminando un poco más hacia la puerta.
— Tal vez no el de todo el mundo, pero parece que el tuyo ha sufrido un breve colapso—dijo disimulando una sonrisa.
— no, es solo un chico…--
— un chico que te trae loca, ¡acéptalo!—
— ¿qué? ¿Loca por el?... no, no, no ahora si que te equivocas yo no…—
—deja de hacerte la desinteresada, por que créeme que nada lograrás, te conozco más que nadie y a mi no me engañas—me dijo mirándome divertida.
— ¿Qué te parece si me llevas a casa y en el camino platicamos?; ya es un poco tarde y mañana tengo escuela—
—De acuerdo, pero más te vale que me digas todo—dijo abriendo la puerta para que yo saliera; cuando estuve fuera ella salió tras de mi y nos fuimos directo al auto.

La casa de mi tía se encontraba a poca distancia cuando salimos en el auto; entonces me miró inquisitivamente para que comenzara a hablar.
—Está bien—suspiré y entonces proseguí. – no sé por qué pero, tiene algo que hace que quiera estar con el a todo momento. Su mirada, su olor, su voz, su forma de caminar completamente arrogante, todo de él me parece atractivo…—
—Ayer lo besaste—dijo mientras manejaba.
— ¡lo sé!; y fue la más increíble sensación que pude haber sentido; antes, en la fiesta de ayer, estuvimos a punto de besarnos, pero ya sabes que siempre hay algún inoportuno y esa fue Aline, pero entonces pasó lo de mis padres y el me acompañó, como ya te platiqué ayer… es que… no puedo describirte con palabras que fue lo que sentí en esos momentos, pero fue como si ya lo conociera de antes—
— ¿iban a salir hoy también cierto?—
—cierto… no sé por que siento como si me estrujaran el corazón, está completamente fuera de lugar ¡apenas lo conozco! Y ya me pasa esto… soy un verdadero desastre—
— ¡nada de eso!, solo estás deslumbrada por el chico nuevo y misterioso—
—tal vez pero, ya me lastimaron mucho una vez ¿recuerdas? No quiero que lo vuelvan a hacer, seria demasiado; por eso mismo había tenido en mente no volverme a ilusionar de esa manera con alguien—
—y es comprensible, pero no puedes estar cerrándote las puertas cada vez que te llega una oportunidad, no es sano—
—Tampoco es sano que te lastimen a cada instante—dije volteando hacia la ventana viendo hacia la nada, en realidad. Pasamos los últimos minutos en silencio y pronto llegamos a casa; abrí la puerta para salir del auto pero la voz su voz me detuvo.
— solo dale una pequeña oportunidad, quizás pueda sorprenderte—. Me dijo mientras me guiñaba ligeramente un ojo. Yo sólo asentí distraídamente y salí del auto con rumbo hacia la entrada de mi casa. Entré sin mirar a ningún lado, puesto que casi podía asegurar que la casa estaba sola o mis padres ya se encontraban dormidos. Subí a mi habitación; no estaba cansada, sin embargo me sentía mal, la cabeza me daba pequeñas punzadas en las sienes y la luz de la habitación al encenderse fue casi una tortura; la apagué y me metí a la cama así sin ponerme el pijama ni nada, después de un rato ya no supe de lo que me rodeaba.

Era lunes, el día que más odiaba de toda la semana, por ser el inicio de ésta. Llegué a la escuela temprano como siempre, acompañada de Julissa y Aline mientras hacia como que escuchaba el parloteo de ésta última acerca de su “estupendo” fin de semana fue entonces cuando lo vi, de pie justo a un lado de mi casillero, obviamente esperándome. Ni siquiera me acerqué y fui directo hacia el aula donde me correspondía mi primera clase de aquel espantoso día. Era la clase de matemáticas, “no hay mejor forma de iniciar el día que con una buena dosis de cálculo integral”, pensaba irónicamente. Me senté en el lugar de siempre, justo a la mitad del salón decidida a prestar la mayor atención en mi clase.
La profesora entró minutos después cargando un gran libro de cálculo, “¡definitivamente será una clase divertida!” seguía pensando. Comenzó a escribir varias fórmulas en la pizarra y el leve ruido de la tiza golpeando aquella superficie, hacía que mis nervios se alteraran, siempre había detestado ese sonido, pero nunca con tanta intensidad como ahora, muy apenas se escuchaba sobre todo el parloteo de mis otros compañeros. Terminó de escribir aquellas fórmulas minutos más tarde y se giró para poner orden en el lugar; habló, pero su voz llegó a mí como un suave murmullo incomprensible. Torcí mi cara en un gesto de “no entendí absolutamente nada” y la profesora lo notó porque enseguida se dirigió a mi.
— ¿Entendió señorita Fontage?—me preguntó atentamente. Ahora sentía como toda la clase se giraba hacia mí; en otro momento aquello no me habría importado en absoluto, pero hoy en verdad me irritaba.
— amm… si, si claro—respondí.
— Entonces pase a resolver el primer ejercicio—dijo. Casi sentí congelarme por la sorpresa y me levanté lentamente de mi asiento.
— Es para hoy señorita—dijo nuevamente cuando ya me encontraba frente a la pizarra con la tiza entre mis dedos sin hacer nada, entonces el lugar estalló en risas.

Fue entonces cuando pareció que todo colapsaba. Mis manos temblaban, mi cabeza parecía dar mil vueltas, los números y letras escritos en la pizarra, parecieron cobrar vida revolviéndose alrededor de todo aquel espacio verde. Mi vista comenzó a nublarse, sentí mis piernas flaquear y como mi cuerpo comenzaba a caer; logré sujetarme al filo de la pizarra pero aun así sentí como mis rodillas rozaron el frío piso del aula. Unas fuertes manos me sujetaron por la cintura, haciéndome sentir como si flotara y las letras formaron una frase que solo alcancé a leer levemente: “Ya es tiempo”. Ya fuera del salón todo comenzó a aclararse y de pronto me encontré en brazos de un chico a quien no recordaba conocer.
— ¿qu…qué haces?; ¿Quién eres?; ¡Bájame! —
— Tu cabeza duele ¿cierto?—preguntó con una voz que me pareció increíblemente familiar.
—no te interesa… ahora ¡bájame!—grité, entonces el accedió y me bajó de sus brazos. Entonces pude verlo más claramente. Cabello corto, un poco alborotado, ojos claros y un poco rasgados, nariz bien perfilada y boca un tanto grande, mas alto que yo claramente; me miraba intrigado, entonces detuve mi análisis, bastante parecido a alguien que había soñado.
—Respondiendo a tus preguntas, soy Hudson Sladen, nuevo en la escuela; y te llevaba a la enfermería como me ordenó la profesora, tal parece que tuviste un colapso nervioso o algo por el estilo… ¿tu cabeza aun duele?—dijo.
—…si un poco, bueno, bastante pero no te preocupes puedo llegar a la enfermería sola, gracias—
—no será necesario, puedo ayudarte si me lo permites, claro—me dijo. Yo sonreí.
—no me lo tomes a mal pero, no veo nada con lo que me puedas ayudar—cuando terminé de decir esto, el ya estaba muy cerca frente a mi.
—Solo relájate y no hagas preguntas…—dijo. Acercó sus manos a mi cabeza y entonces colocó la yema de sus dedos sobre mis sienes. Sentí una especie de corriente recorriendo mi cuerpo, estaba realmente cerca de mí, mirándome fijamente.
—Tamyra…—escuché una voz al otro lado del pasillo. El supuesto Hudson se alejó rápidamente como si lo hubieran empujado hacia atrás. Era Vladimir. Se acercó rápidamente hacia donde me encontraba y entonces vi la mirada de rabia que le dirigió al otro chico.
— ¿Te encuentras bien?—preguntó colocando sus manos sobre mi cabeza y cara, inspeccionándome. Lo que había hecho aquél chico había sido bueno, las punzadas en mi cabeza habían desaparecido, ahora me sentía mejor para terminar de una vez con todo.
— ¿Ahora te importa?; ¿porque no nos hacemos un favor y simplemente nos ignoramos?... para mi ese beso no significó nada, y creo que lo mismo piensas tu—mentí.
—No… ahh… es justo lo que quiero explicarte, no pude…—
—Déjalo, no importa, de cualquier manera estuve ocupada—lo interrumpí y seguí mintiendo.
—escucha, en verdad iba a ir pero…—se interrumpió y entonces dirigió su vista hacia Hudson que aun se encontraba ahí recargado en los casilleros del pasillo contemplando la escena divertido.
—Oye, ya es suficiente, tengo que irme. Aplicaré la idea de ignorarte, créeme que para ti será mejor así—dije con bastante arrogancia. ¡Mentirosa, mentirosa!, aquello dolía bastante, pero era preferible desde ahora a que después al tratar de hacerlo mi corazón terminara de colapsar. Su expresión fue una mezcla de arrepentimientos y tristeza, estuve a punto de retractarme y acercarme a besarlo nuevamente con tal de que su expresión cambiara a un poco de alegría, y que me diera un de sus increíblemente sexys sonrisas; pero me obligué a no mirarlo más, me giré sobre mis talones y me dirigí hacia el otro lado del pasillo; doblé la esquina y entonces sentí como una pequeña lágrima resbalaba por mi mejilla.

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Hola!!

espero y les haya gustado!... perdon nuevamente por la demora, pero la universidad me trae loquísima!! =S

Si les gutó déjenmelo saber en un comentario pleaseeee!! me motivan a seguir escribiendo! =)

que esten bien!

ciaO! =D

noviembre 14, 2009

Capítulo VII "Problemas, recuerdos y..."

La seguí hasta la sala, que era donde supuse estaba el problema. Al llegar me encontré a Jack haciendo todo un espectáculo, gritando cosas sin sentido al primero que le pasara por enfrente.
-Jack, basta por favor—dije acercándome a el y tratando de quitarle la bebida de las manos; bruscamente tiró de su brazo hacia atrás quedando así el vaso fuera de mi alcance. Lo sujeté por el brazo lo mas fuerte que pude, pero como si nada el logró zafarse de mi agarre y comenzó a reírse fuertemente, casi como un desquiciado.
-¿ahooora te importa como meee siento?—dijo con voz fuerte y claramente demasiado alcoholizada, haciéndose escuchar sobre todo el ruido; instantáneamente el lugar quedó en silencio y todos mirando hacia el lugar donde nos encontrábamos.
-¿de qué hablas? Siempre me has importado Jack eres mi amigo, pero eso no lo discutiré aquí, vamos—dije y lo tomé por el brazo nuevamente para ir a un lugar mas tranquilo, pero el volvió a zafar su brazo de mi agarre mas fuerte de lo que hubiera imaginado.
-¡no pretendassss que te importoooo!... tuu me lo, me lo dijissssste ayer, sssssolooo soy un simple amigo para tiii—decía mientras iba acercándose a mi con cara de tristeza, hubiera podido hacerme sentir mucho peor de no ser por que estaba ebrio. — ¿porqué no puedeeess querermeee?—dijo tomándome por ambos brazos y comenzando a estrujarme, mientras yo trataba de que me soltara, por que estaba apretando demasiado mis brazos. Nadie de los que estaban ahí presentes se acercó.
-¡hey! ¡Ustedes en que se meten!—escuché que gritó Jack soltándome repentinamente mientras otros brazos me llevaban hacia atrás.
-¿pero que te pasa?—escuché que decía la fuerte de voz de Vladimir y alcancé a ver como se acercaba a Jack y lo enfrentaba. Desde luego imponía más la figura de Vladimir que la de este último, pero Jack tenía toda la determinación de a la menor provocación atizar el primer puñetazo. Sabía que se ponía un poco mal cuando se le pasaban las copas, pero esta vez no era solo eso, en sus ojos se veía toda la ira contenida, que estaba segura quería desquitar con Vladimir; me acerqué a este y dije en voz baja que no le hiciera nada, se lo dije casi al oído, me hubiera sorprendido no recibir reclamo alguno por parte de mi ebrio amigo.
-¡Vaya Tam! ¡¿Haz encontrrrrado alguien mássss con quien juggggar?!—decía Jack nuevamente, mientras sus palabras sonaban distorsionadas por el alcohol que seguía ingiriendo. Ya casi no podía mantenerse en pie, se tambaleaba constantemente a causa del alcohol. Increíble, pero sus últimas palabras me dolieron mas de lo que me hubieran dolido en otro tiempo; me sentía mal nuevamente al no poder corresponder a sus sentimientos, sus palabras en verdad dolían, si ya bien dicen que cuando estas ebrio nunca mientes, antes no me hubiera importado, como solía ser, pero últimamente estaba demasiado sensible y aquello no ayudaba en nada. Al ver que no contestaba Vladimir se acercó a el y le dijo algo que al menos yo no pude escuchar, pero dejó a un Jack con una expresión de fiereza en su rostro y soltó un puñetazo al aire ya que Vladimir alcanzó a esquivarlo; siguió aventando golpes a diestra y siniestra, mismos que Vladimir lograba evitar hasta que Jack cayó al suelo. Las risas no se hicieron esperar y solo algunos de los chicos del equipo que se encontraban cerca de él como pudieron lo levantaron y se lo llevaron fuera de la habitación.
-¡Tam! ¿Estas bien?—preguntó Julissa llegando hasta a mi.
-… amm, si, bien—dije sacudiendo un poco mi cabeza quitando mi mirada de el lugar por donde habían salido los chicos. Vladimir aun se encontraba ahí cerca de mí y se giró hacia donde estaba yo con mis amigas.
-Creo que será mejor que nos vayamos, eso ha sido demasiado, como lo sentimos— dijo nuevamente Julissa mientras se giraba y gritaba a todos que la fiesta se había terminado; hubo reclamos pero al final conseguimos que todos se fueran, hasta que quedó la casa sola me di cuenta del desorden que había. Por el momento decidí no hacerle caso y fui a tumbarme en el sofá y entonces sentí que alguien mas se sentaba, giré un poco mi cabeza para ver de quien se trataba y fue una grata sorpresa. Vladimir se encontraba sentado a poca distancia mía, recargado en el sofá mirándome atentamente, le dediqué una sonrisa que luego se transformó en una mueca recordando todo lo que Jack le había dicho.
-gracias… por todo— comencé a decir – aquello no fue precisamente lo que quise que escucharas acerca de mi, es solo…—
-no hay de que, acerca de lo que el dijo, no me importa en absoluto, me gusta mas conocer a las personas que guiarme por comentarios de terceros— me dijo y entonces pude volver a darle una pequeña sonrisa, pero sentía poco a poco como las lágrimas comenzaban a luchar por salir y me obligué a voltear a otro lado, no me gustaría que el me viera llorar. Sentí mucho mas cerca su presencia y como su mano tomaba lentamente la mía y entonces volví a dirigir mi mirada a el. La expresión de su cara hizo que me quebrara por completo, dejando que aquellas inoportunas lágrimas brotaran y corrieran rápidamente por mis mejillas deslizándose hasta mi cuello.
-Llorar, es la mejor medicina— me decía mientras acariciaba tiernamente mi cabello con una mano y la que sostenía mi mano minutos atrás ahora se encontraba secando mis lágrimas, su toque hacía que por mi cuerpo corrieran pequeñas corrientes eléctricas.
-No se por que dijo eso, yo nunca le he dado motivos para que piense que entre nosotros puede haber mas que amistad, sobretodo la forma en que lo dijo enfrente de todos, hizo que me sintiera como la peor persona en el mundo— le dije. No sabía por que el estar con el me generaba tanta confianza por contarle todo eso. El no dijo nada y siguió escuchándome así en silencio, después de un rato me encontraba ya más tranquila y con mi cabeza recostada en su hombro mientras su brazo me rodeaba.

La puerta de la entrada se escuchó al abrirse y dar paso a las voces de mis padres. Enseguida escuché la exclamación de desconcierto de mi madre al ver el desorden que había; decidí por un minuto ignorarlos y seguir en la paz que estar con Vladimir me ofrecía, pero fue entonces que la bomba explotó y me obligué a volver a la realidad.
-¡¡Tamyra!!—gritó mi madre, apresurándose hacia la sala de estar en donde me encontraba, lo supe por el sonido que generaban sus tacones sobre el piso de la casa.
-¡¿me puedes decir que significa todo este desorden?!—me dijo cuando llegó con sus manos alrededor de la cintura y haciendo sonar un zapato con impaciencia en el piso. Inmediatamente me retiré de Vladimir, me puse de pie y me giré hacia mi madre, quien ahora se encontraba con una mirada que podía definir como una mezcla de enojo y a la vez un poco de sorpresa y escepticismo, ya que tenía una de sus cejas ligeramente elevada, lo que siempre me indicaba su estado. Ignorando a mí acompañante dirigió su mirada nuevamente hacia mí frunciendo el ceño, esperando por una respuesta. — ¡Te dijimos que nada de fiestas!, que acaso no tuviste suficiente con lo que pasó la vez anterior que se te ocurrió hacer una de tus “fiestecitas”—dijo haciendo énfasis en la palabra fiestecitas con un gesto de entrecomillado con sus manos. Definitivamente no quería recordar lo que había pasado, no era algo que me hubiera gustado contar a nadie y mucho menos a Vladimir, esperaba que no hiciera preguntas después de aquello.
-yo no quería… ellos simplemente llegaron y…— comencé a decir.
-y no pude sacarlos de aquí—me interrumpió mi madre tratando de imitar el sonido de mi voz.
–sabemos esa excusa de memoria Tamyra, lo mismo dijiste la vez anterior, ¿acaso pretendes que perdamos la poca confianza que aun nos queda en ti?, ¿eso es lo que quieres?—me preguntó mientras mi padre estaba expectante sobre el lugar donde comenzaba la sala, con los brazos cruzados y con un pequeño ceño fruncido. Lo miré y no vi en absoluto la comprensión que esperaba pudiera haber aun.
-no… pero tu no entiendes, ¡no estabas aquí!; ¡sigues culpándome por algo en lo que yo no tuve nada que ver!—dije comenzando a gritar perdiendo el control.
-¡claro que tuviste que ver!; dime ¿acaso no estabas con ellos? ¡Responde Tamyra!—
-¡pues si pero...!—
-pero nada, es lo que pasó y ahora no puedes remediarlo, ¿qué tal si en esta “fiestecilla” hubiera ocurrido lo mismo? Dime, ¿qué habrías hecho?—dijo mi padre decidiéndose a entrar finalmente en el lugar de la disputa.
-¡pero no pasó!; no pasó nada malo, estuvo todo controlado, no hubo nada que lamentar—dije rápidamente mirando intercaladamente a uno y a otro. Sin dar tiempo a que me recriminaran nada más me dirigí rápidamente hacia la puerta principal, la abrí bruscamente y salí. Escuché muchos pasos siguiéndome y el grito de mi madre.
-Tamyra—fue la voz de Vladimir la que me había llamado con tranquilidad haciendo que detuviera mi camino. Se acercó rápidamente y se puso frente a mí, tomó mi barbilla suavemente obligándome a mirarlo, las lágrimas seguían corriendo por mis mejillas. Me aventé a sus brazos y en su pecho susurré…
-Sácame de aquí, por favor, por favor—le dije. Casi sonó como una súplica, pero en verdad quería no quería estar ahí.
-¡Tamyra!—escuché que mi madre gritaba sobre el marco de la puerta. Giré mi cabeza un poco y vi como mi padre se acercaba a ella y le decía algo; pude leer sus labios y supe que le susurró un “es él, tranquila” y la cara de mi madre adquiría una expresión de miedo, no dijo nada mas y entonces Vladimir comenzó a guiarme hacia un auto que se encontraba a unos cuantos metros de mi casa. Abrió la puerta para mí y subí sin prestar mucha atención.
-Pensé que no tenías auto—dije tratando de enfocar mi atención en otra cosa.
-oh ¿esto?; es de mi hermano, o ¿te gustó más la motocicleta?—dijo en respuesta.
-no, es un auto muy lindo, creo que definitivamente me gusta más que la motocicleta—volví a decir recordando que ese mismo día había subido a la motocicleta con él y era una experiencia que en definitiva me gustaría volver a sentir y alcancé a distinguir como se formaba una pequeña sonrisa en sus labios, que claro trató de disimular.

Mientras iba conduciendo a una velocidad que yo consideré como un poco baja, llevaba una mano al volante y la otra en la palanca de velocidades; cada ciertos segundos me miraba pero en absoluto silencio. Yo me encontraba en el asiento del copiloto mirando fijamente hacia el camino, pero de reojo podía verlo claramente y sentía su mirada sobre mí.
-¿te importaría si vamos por un café?; después de todo creo que te debo una cita—le dije ya que sentía que ese silencio me mataba, también estaba bastante apenada por el espectáculo que había tenido que presenciar en mi casa. Ya me había calmado y de mis ojos ya no brotaba ni una lágrima pero en cambio los sentía pesados y estaba segura no eran por sueño.
-Por mi está perfecto. ¿Algún lugar en especial?—preguntó.
-Hay un café cerca de aquí, es un lugar muy tranquilo y el café es delicioso—dije. Él solo asintió y rápidamente aumentó la velocidad del auto. Llegamos en lo que me parecieron segundos, demasiado rápido comparado a la velocidad a la que íbamos antes. Yo aún me encontraba un poco ida cuando Vladimir llegó hasta la puerta del copiloto, la abrió y me tendió una mano para que bajara; la tomé con gusto y bajé del auto.
El lugar era un lugar bastante tranquilo, desde la entrada podía percibirse el exquisito aroma de café recién hecho. Había poca gente ya que era un poco tarde, pasaban de las diez de las noche; así es que nos situamos en un lugar donde la luz era perfecta para una sostener una plática bastante amena, era una pequeña sala de estar con un par de pufs y una mesa de entre ellos. Ya había ido en ocasiones anteriores con Julissa y Aline cuando deseábamos un momento de paz o bien para una larga, pero en verdad larga plática de chicas con un rico café haciéndonos compañía; me había quedado en aquél lugar alrededor de cuatro horas charlando con ellas, mientras por nuestras manos desfilaban varios estilos de tazas.
El camarero llegó ofreciéndonos la carta, cosa que yo no necesité por que sabía exactamente lo que quería tomar.
-Un frapuccino mocca con doble porción de chocolate, mucha crema y una gran cereza—me dijo mientras anotaba algo en su bloc de pedidos.
-Exactamente, gracias—dije dándole una pequeña sonrisa mientras Vladimir se veía muy serio pensando lo que quería pedir.
-Creo que yo tomaré un capuccino por favor—dijo Vladimir extendiendo el menú hasta el camarero dándole una rápida mirada y volviéndose hacia mi. El chico se fue y entonces volvimos a quedarnos solos, así es que decidí comenzar por atar los cabos que mis padres se habían encargado en dejar sueltos.
-Fue hace poco más de año y medio. Llegaron a mi casa de improviso, con todo lo necesario para hacer una fiesta ¿cómo podría decirles que no cuando ya se encontraban ahí?—le dije.
-entiendo, pero algo bastante malo tuvo que pasar para que tus padres se hayan puesto de esa manera o ¿me equivoco?—me dijo el, prestándome la máxima atención que alguien podía llegar a aparentar y entonces proseguí:
-Cierto. Durante lo que duró la fiesta, todo estuvo muy bien, pero como siempre alguien tiene que arruinarlo todo. En realidad todo pasó demasiado rápido—comencé a contarle. Vinieron a mi mente las imágenes de aquél día y también volvió la impotencia de no haber hecho absolutamente nada. –Sobre la escalera estaban teniendo una pelea, ambos completamente ebrios y sin conciencia de nada. Solo se que comencé a escuchar los gritos y bitores de las personas que estaban cerca de ellos—fui interrumpida por el camarero que llegó con nuestro pedido, mientras colocaba los cafés sobre la mesita yo estaba con la mirada perdida en un punto lejano mientras trataba de contar lo sucedido.
-Gracias—escuché que Vladimir le dijo al joven, yo solo lo miré un poco y sonreí de lado, después de esto se fue y el atractivo chico frente a mi volvía a mirarme tan fijamente que me intimidaba.
-Traté de ir hacia ellos lo más rápido que pude entre todo aquel alboroto de gente, pero cuando ya me encontraba a mitad de la escalera pude ver que uno de aquellos chicos caía de espaldas por el balcón que une las escaleras a las habitaciones—dije finalmente, sentí un estremecimiento y creo que el pudo notarlo.
-acaso… ¿murió?—preguntó un tanto desconcertado.
-no, pero creo que él lo hubiera preferido—
-entonces…—
-Llamamos de emergencia a una ambulancia obviamente, por que no respondía a nuestros llamados, estaba como… muerto. Te imaginarás el tremendo susto que nos llevamos, pero no todos quisieron afrontarlo; la gran mayoría de los que estaban ahí nos dejaron solo a Jack, Julissa, Aline, a otro chico del equipo y a mi, a cargo del asunto. Desde el hospital telefoneé a mis padres completamente muerta de miedo, pero tuve que hacerlo, ya que el “incidente” había ocurrido en nuestra casa—hice una pequeña pausa para tomar de mi café, mientras que el de Vladimir seguía completo.
-Me imagino el miedo que debiste sentir—me dijo.
-Fue… fue… ¡tan frustrante!; estuve ahí y… ¡no pude hacer nada! No dejo de sentirme culpable de la vida que el chico lleva ahora. Desde ese día se encuentra atado a una condenada silla de ruedas; dejó la escuela, y hasta la fecha no ha querido ver a nadie y sus motivos son, creo yo, muy válidos—
-entonces, tampoco has hablado con él ¿cierto?—preguntó
-no… bueno si… no en persona; he estado en contacto con el por medio de emails y por chat, pero aun no me atrevo a verlo de frente; aunque el me diga que no se negaría a verme, no tengo el suficiente valor aún—
-entonces, el solo accedería a verte a ti pero ¿porqué? ¿Eran muy buenos amigos o algo por el estilo?—me preguntó nuevamente, notándolo mas interesado que hace unos instantes mientras tomaba su café dispuesto a darle un sorbo.
-amm… algo por el estilo, fuimos… novios—dije rápidamente mientras tomaba apresuradamente de mi frapuccino y volteaba tímidamente a ver la expresión de su rostro. Casi escupe el poco café que había tomado hasta ahora, pero supo controlarse, definitivamente aquello no era algo que hubiera relacionado con lo que hasta ahora él sabía de la historia. –oh, ya es un poco tarde creo que será mejor irnos ¿qué dices?—le pregunté mirando mi reloj.
-claro, claro…— se puso de pie un tanto nervioso, o acaso era ¿incomodidad? Me tendió una mano, ya que estaba tan abajo en esos pufs que no me creía ni yo misma capaz de levantarme.

Nos acercamos a la caja y antes de que me diera cuenta Vladimir había pagado todo y me conducía hasta la entrada. La fuerte brisa se coló por la puerta cuando la abrimos, pero era una brisa realmente cálida, una típica brisa veraniega que lograba reconfortarte.
Cuando subimos al auto, me sentía extrañamente bien, e incluso sentía un pequeño deja vú, ya que la escena en aquél instante no sabía por qué pero era muy familiar.
Arrancó el auto e íbamos a una velocidad demasiado prudente, por no decir demasiado lento; pero para mi mejor, así tendría un poco más de tiempo para disfrutar de su compañía. Como un gran golpe, repentinamente llegó a mí el sueño que había tenido, con el que yo suponía era un antepasado y la extraña chica idéntica a mi, era tanta mi curiosidad que traté de preguntarle.
-Gracias… por escucharme y lograr distraerme—le dije unos minutos después de que dejáramos el café.
-No hay de que, creo que soy realmente bueno en distraer a la gente—me respondió, pero una gran sonrisa resaltó en su cara, haciendo que yo me echara a reír. En verdad lo creía, siempre que estaba con el parecía que el mundo exterior desaparecía.
-ok, ¡y aquí tenemos al señor modestia en persona!—dije nuevamente divertida.
-¡hey!, si no me alago yo, ¿quién lo hará?—
-jajaja, cierto, pero… ¡vamos, no me vengas con que no hay nadie interesado en ti!; que eso en verdad no me lo creo—
-que te puedo decir, tal parece que les llego a dar un poco de miedo—me respondió nuevamente lanzándome una sonrisa con la que pude haberme hecho gelatina. Pero tenía que concentrarme en lo del sueño, necesitaba intentar saber el porque.
-ok, ok… ¿sabes?; tengo algo que quisiera preguntarte—comencé.
-de acuerdo, pero antes dime ¿te llevo a tu casa o a la de alguna de tus amigas?—
-¡oh! Cierto, pero creo que por hoy me quedaré en casa de mi tía Janett, ¿te molestaría llevarme? Está cerca de la entrada a la ciudad—
-en absoluto, estaré complacido de llevarla con bien hasta su casa señorita—dijo con un muy marcado acento inglés haciéndome reír nuevamente; mientras el también reía.

Seguíamos en camino hacia casa de mi tía, en silencio a momentos nos mirábamos y sonreíamos tímidamente y volví a recordar lo que en verdad tenía que preguntarle, así es que decidida a no distraerme más me giré un poco en mi asiento y me aclaré la garganta.
-Yo tenía algo que decirte, bueno, mejor dicho de preguntarte—comencé. El giró un poco su cabeza hacia y me respondió.
-claro, ¿de qué se trata?—
-Creo que he soñado con un antepasado tuyo—dije. Vladimir se puso completamente tenso apretando mucho mas el volante del auto, ya que sus nudillos ahora se veían blancos por la presión y la línea de su mandíbula se veía como si estuviera presionando muy fuerte.
-¿un antepasado?—me preguntó con voz un poco tensa.
-no lo sé, lo supuse por que en verdad se parecía muchísimo a ti; lo he soñado un par de veces junto con una chica que es idéntica a mi es algo que me dio un poco de miedo. ¿Sabes del algún familiar al que te parezcas mucho?—
-mmm… no que yo sepa, pero quizás seguramente hubo alguno, ¿en el sueño viste su nombre o algo?—
-… si. Recuerdo que ella se llamaba Analise y el… mmm—dije intentando recordar. —el se llamaba… Fedric, Fedric Douglas, por eso supuse sería alguien de tu familia—terminé. Vladimir se puso pálido y tuvo que aclararse un poco la garganta pero me sonrió un poco.
-se que esto es raro, pero necesitaba preguntártelo, desgraciadamente la última vez que lo he soñado, las cosas no terminaron muy bien—dije nuevamente haciendo una pequeña mueca de dolor.
-¿a qué te refieres?—preguntó bajando un poco más la velocidad.
-Bueno, creo que los estaban persiguiendo o algo, por que ambos se separaron y se fueron por caminos diferentes. A él lo acorraló otro sujeto y le dijo cosas que en verdad no sé que intención tendrían; después lo atravesó con un espada y lo dejó ahí en el suelo desangrándose, justo ahí desperté—
Cuando terminé de decirle aquello, Vladimir seguía muy tenso, se había puesto completamente recto en su asiento, por que su espalda ni siquiera estaba completamente recargada. Me sentí un poco mal, aquella incomodidad era debido a lo que le había contado pero ¿porqué?; creo que eso no era de mi incumbencia así es que mejor ya no comenté nada acerca del sueño. Miré hacia fuera por la ventana y pude ver a corta distancia la casa de mi tía.
—Ahí es, es esa que tiene el gran pino—le dije. El se giró un poco hacia mi y me sonrió.
Cuando llegamos a la casa detuvo el auto, se bajó de él y justo cuando iba a abrir mi puerta, el ya la había abierto y me tendía una mano para salir del auto; la acepté tímidamente y me acompañó hasta la entrada.
—De nuevo, muchas gracias por lo de hoy, después de aquello me hizo mucho bien estar contigo—
—Cuando me necesites, sólo llama y estaré contigo—me dijo sonriendo. Sentí en mi interior las mariposas revoloteando; esas que tanta gente dice sentir cuando está enamorado.
—Entonces tendrás que darme un número, así sabré a donde llamar—dije tratando de usar una de mis tantas técnicas de coqueteo mientras sacaba mi teléfono móvil. Riendo me dio el número de su celular; lo guardé y volví a meter el teléfono en el bolsillo de mi pantalón. Nos quedamos sin decir nada por unos segundos, sin la más mínima intención de despedirnos.
—Creo que debes entrar—me dijo simulando un susurro. Entonces me acerqué un poco a él y haciendo lo mismo le dije:
—Odio que tengas razón—sonreí, el hizo lo mismo. —Pero antes tengo otra cosa que darte—dije.
— ¿a si?, ¿de que se trata?—me preguntó un poco intrigado.
—Es algo que quedó inconcluso—respondí mientras me iba acercando poco a poco a el.
Vladimir seguía en su lugar sin moverse; levanté un poco mis manos hasta alcanzar su cara, fue entonces cuando él se agacho un poco y acercó su cara hacia mí. Impaciente me acerqué más rápidamente a él y junté mis labios a los suyos; al principio sus labios permanecieron sin movimiento, segundos después ya se encontraban correspondiendo a mi beso, con un poco de desesperación. Nuestros labios se movían a un ritmo lento pero dulce, sentía como todo a mí alrededor desaparecía y en ese instante me encontraba flotando sobre las nubes, con él como mi única compañía. Se acercó más hacia mí y entonces pude pasar mis brazos alrededor de su cuello, mientras una de sus manos sujetaba mi cintura y la otra la mantenía sobre mi cuello. La falta de aire nos obligó a alejar nuestras caras un poco, con la respiración agitada pero sin separarnos más de lo necesario; sus ojos brillaban y en su cara había una gran sonrisa y debí suponer que en la mía había lo mismo. Ese beso había sido mejor de lo que me pude haber imaginado, sus labios eran suaves y sabían increíblemente bien, sentí que podía besarlos por siempre sin cansarme ni por un segundo; quería sentir nuevamente esa sensación sin lugar a dudas. Nuevamente me acerqué a él, pero antes de que yo lo alcanzara me atrajo hacia él y me besó nuevamente; mis piernas temblaron y me obligué a sostenerme mas fuerte de su cuello, correspondiendo totalmente a aquello.

El sonido de la puerta de la casa abriéndose me hizo volver a la realidad; creí morir cuando tuve que separarme de el nuevamente, soltando su cuello me hice hacia atrás con una enorme sonrisa en mi rostro, él me soltó justo cuando mi tía asomaba su cabeza por hueco de la puerta y al verme la abrió por completo.
— ¡Tamyra!—dijo saliendo de la casa corriendo para abrazarme. –que bueno que llegas, tu madre llamó y dijo que tal vez vendrías, estaba comenzando a preocuparme—

Mi tía Janett era una de las mejores personas que pudiera haber conocido, mi gran confidente en muchísimas ocasiones; era como una segunda madre para mí, ya que ella siempre se encontraba dispuesta a ayudarme y escucharme cuando lo necesitaba. Era joven, de no más de 30 años; siempre pensaban que éramos hermanas o algo por el estilo. Había que reconocer que era bastante guapa con sus grandes ojos marrones y pestañas largas, su cabello igualmente largo, castaño y lacio, poseedora de un muy buen cuerpo; mi tía podía tener a cualquier hombre que ella quisiera, cuando lo quisiera; desgraciadamente era viuda y no tenía que yo supiera, planes para rehacer su vida sentimental ni nada.
Se separó de mí y vio a mi acompañante con una extraña expresión en su rostro, una que no le había visto jamás. Le saludó con un simple “hola” y se giró nuevamente hacia mí.
—Será mejor que entres Tamy, se está haciendo tarde—me dijo con cariño.
—Claro tía en un segundo ya entro—
—…será mejor que le hagas caso, puedo pasar mañana por ti si quieres—me dijo acercándose para tomar delicadamente mi mano.
—Me encantaría, ¿Qué te parece a las ocho?—pregunté.
—Perfecto, aquí estaré entonces—
—De acuerdo, entonces… ahora debo entrar y…—
Me vi interrumpida por él, ya que se acercó rápidamente y tomó mi cara entre sus manos y me volvió a besar. Fue un beso bastante rápido para mi gusto, pero con eso estuve conforme por hoy. Me fui alejando poco a poco de él sin soltar su mano; ya estando un poco más lejos me vi obligada a soltarlo para entrar en la casa mientras Vladimir me miraba como si nunca quisiera dejarme ir; yo tampoco quería que lo hiciera pero tenia que obedecer. Dándole una última sonrisa entré a la casa, cerré la puerta tras de mí y me recargué en ella con una enorme sonrisa, llevándome una mano hacia mis labios, guardando en mi memoria aquellos últimos momentos. Definitivamente mañana sería otro día, y esperaba que fuera si quiera la mitad de bueno que los últimos minutos de éste.

justify;">~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Siento mucho la demora!!


Este es el cap más largo que he hecho!, es una pequeña compensación por el tiempo jeje =). Espero y haya sido de su agrado.. déjamelo saber con un comment vale? =D


Que esten bien!


ciaO!