marzo 23, 2010

Capítulo X "No siempre los recuerdos son felicidad"

Llegamos a la enfermería y por suerte encontramos a la enfermera. Vladimir me colocó sobre la camilla; la enfermera revisó mis heridas y fue hacia un pequeño locker en donde tenía las medicinas, regresando con un par de pastillas.

—Toma esto—dijo entregándome un pequeño cono de papel con agua y la pastilla. Lo tomé al instante, mi labio aún dolía e incluso la mitad de mi mejilla también. —Ahora mantén esto en tu cara, ayudará a que baje la inflamación—dijo nuevamente mientras colocaba una bolsa de hielo sobre mi cara, a la altura de mi mejilla y la comisura derecha de mi labio; retiró su mano y yo me quedé sosteniendo aquella bolsa contra mi cara. Vladimir se encontraba a un lado solo mirando hasta que la enfermera fue a la habitación contigua.

—...yo…—comenzó a decir. —yo siento no haber llegado antes, el no hubiera podido hacerte esto—

—Déjalo, podría haber sido mucho peor y… lo único que quiero es salir de aquí—dije soltando un suspiro. Vladimir me miró comprensivamente y fue hacia donde estaba la enfermera.

—Bien Tamyra, pueden irse—dijo llegando junto a mi unos pasos por delante de Vladimir. Me dio un pequeño tubo, que contenía algún tipo de ungüento para la inflamación y salimos de ahí.

Caminábamos rumbo al aparcamiento de la escuela en silencio. Aún me encontraba procesando lo que había pasado y analizando lo que pudo pasar si Vladimir no hubiera llegado con ayuda; no quería ni siquiera imaginármelo. Cuando menos me di cuenta, ya estábamos junto a mi auto.

— ¿Te molestaría llevarme a casa?, la verdad no me creo capaz de conducir ahora—dije nerviosamente.

—Para nada. Quiero estar seguro de que estarás bien—respondió. Saqué las llaves del bolsillo de mi pantalón y se las entregué. Como todo un caballero fue hasta la puerta del copiloto y la abrió para mi, entré y el fue hacia el lado del conductor. Encendió el auto y comenzó a conducir de reversa para salir del estacionamiento.

El trayecto fue silencioso, salvo por algunas furtivas miradas por parte de ambos, quería hablar, decirle algo, pero me daba vergüenza mirarlo a los ojos ahora. Llegamos a casa y el entró fácilmente con el auto en el garaje. Nuevamente abrió la puerta para que yo saliera y entramos en casa, la que como era de esperarse siempre estaba sola.

—Creo que debería irme, necesitas descansar…—

—no. Por favor quédate conmigo un rato más, de menos hasta que lleguen mis padres—le dije acercándome a él con una mirada suplicante y agarrando un poco su brazo. No quería estar sola, como había dicho ése día más temprano, o al menos, él era la única compañía que me gustaría tener. No podría soportar a otra persona que me entendiera menos. Él me miró y me dio una tierna sonrisa.

—de acuerdo, pero ¿crees que sería prudente que me encontraran nuevamente aquí? —

—No dirán nada, tú me ayudaste, deberían agradecerte eso—dije con una media sonrisa. Él asintió ligeramente y sonrió de nuevo. Me dirigí hacia el sofá y él me siguió, nos sentamos y permanecimos en silencio por unos minutos mirando distraídamente un programa de televisión.

—Escuché que en dos días es tu cumpleaños—dijo de repente. Me sorprendí y lo miré intrigada. Él me sonrió y sacó del bolsillo trasero de su pantalón una pequeña tarjeta y la estiró hacia mí.

“Tamyra’s B-Day Party

Fecha: jueves 29 de mayo.

Lugar: gimnasio de la Burlington City, High School.

Hora: 8:00 p.m.

Estás cordialmente invitado. ¡No olvides el obsequio!

Habrá grandes sorpresas para nuestra princesa estudiantil ;-)

*Invitación VIP”

¡Vaya!, si que estaban organizando algo grande, ¿el gimnasio de la escuela? ¿Sería algún tipo de baile escolar? Definitivamente aquello había sido idea de Aline, llevarlo todo al extremo cuando yo no quería nada de aquello; tal vez debí de haber dicho algo antes, pero ahora al leer la “invitación VIP” traté de no forzarme a soltar la carcajada que quería. El diseño de la tarjeta era completamente increíble y aquello estaba casi segura había sido por la asombrosa creatividad de Julissa, yo siempre había dicho que ella debería dedicarse a algo relacionado con la publicidad y el diseño. La princesa estudiantil, vaya título me habían puesto.

—Parece ser que tus amigas quieren que pases un gran día—dijo Vladimir después de un rato, sacándome de mis pensamientos. Aquello seguramente era cierto, sin duda eran buenas amigas, haciendo todo eso para mí. Ahora me sentía mal, por no valorar el trabajo y el empeño que estaban poniendo en planear aquello, ¿acaso merecía amigas tan buenas?, esperaba la respuesta fuera un si.

—Si. Realmente yo no quería una fiesta, pero se siente bien que hagan esto por mí—dije.

— ¿Por qué no querer una fiesta? No todos los días se cumplen años—

—tengo… malos recuerdos. Si realmente fuera por mí, ni siquiera tendría uno—dije melancólicamente.

—Habrá pasado algo realmente malo para pensar de ésa manera—

—si… algo realmente desastroso, que no creo poder dejar atrás nunca— dije tratando de no recordar aquello. Él no preguntó nada más, pero de alguna manera necesitaba sacar el sentimiento que el recuerdo aquél ocasionaba en mí.

—Yo… tenía un hermano… un hermano mayor, por tres años—dije repentinamente mirando hacia el televisor sintiendo ya su mirada sobre mí. —Murió hace casi dos años atrás en un accidente de auto— Las lágrimas luchaban por salir nuevamente de mis ojos. —… justo el día de mi cumpleaños—terminé bajando mi cabeza.

—…no lo había imaginado—me dijo segundos después.

—Es un tema que por lo general trato de no tocar, creo que cada vez… me parezco más a mis padres—

—Ha sido muy duro de sobrellevar—respondió. No era una pregunta y había acertado. —El perder a alguien que quieres nunca es fácil—. Entonces me encontré imaginándome a quien podría haber perdido él también, si de alguna manera se sentía identificado con el sentimiento.

—no, nunca. Pero creo que tampoco es justo el que se aparente que nunca existió—dije y me encontré con su mirada un tanto confundida. —es lo que mis padres hacen. Jamás se habla de él, al menos no en la presencia de mi madre. Sé que fue muy difícil para ella, pero al menos merece ser recordado, ¿no lo crees? —

—Definitivamente, merece ser recordado por las personas que lo amaron—dijo pensativo. Yo sólo solté un pequeño suspiro y traté de controlar las lágrimas que amenazaban por salir de mis ojos. Iba a contarle otra etapa de mi vida que nadie excepto mis amigos más cercanos conocían.

—…el… el iba a Nueva York, a visitar a una amiga, según recuerdo. Iba a quedarse allá por unos días, con unos amigos, justo antes de mi cumpleaños. Yo estaba muy molesta con él, por irse en una fecha cercana a mi día especial y que no me asegurara poder estar aquí conmigo ese día. No éramos muy unidos, pero mi cumpleaños era un día en el que yo podía disfrutar en grande con mi familia, y que el pudiera no estar con nosotros me dolía. El día en que el se iba, yo no quise salir para despedirlo, ya te habrás dado cuenta de cuan molesta estaba—me interrumpí para mirarlo y encontrar sus hermosos ojos verdes mirándome fijamente mientras asentía. —Habló por teléfono casi todos lo días que estuvo allá, pidiendo hablar conmigo, pero yo aún me sentía enfadada con él por haberse ido. El día de mi cumpleaños, yo estaba un poco triste y mis padres un poco misteriosos; el teléfono sonó y entonces me puse contenta por que era muy seguro que fuera mi hermano quien llamaba, y ahora si estaría dispuesta a hablar con él ya que el enojo se me había pasado después de una conversación con mi padre—Me detuve. Sentí las comisuras de mis labios levantarse una pequeña sonrisa y una lágrima bajar lentamente por mi mejilla.

—Aquella llamada era de un hospital en Nueva York, informándole a mi padre que habían encontrado un chico que se encontraba en estado muy delicado, y que en su identificación habían podido encontrar ese teléfono. Tomamos el primer vuelo a Nueva York que encontramos disponible y fuimos hacia el hospital que nos habían indicado. Al entrar, una enfermera nos indicó donde se encontraba la habitación en donde tenían a mi hermano. Cuando llegamos al piso que nos había dicho la mujer, un médico inmediatamente nos preguntó si éramos familiares y nos condujo dentro de la habitación. Había máquinas conectadas por muchos lugares de su cuerpo completamente lastimado; las vendas en su cabeza comenzaban a mancharse un poco de sangre, usaba un collarín alrededor de su cuello, los yesos sobre una pierna y un brazo. Me acerqué hacia él y tome suavemente su mano, no sé si estaba consciente de algo, pero así lo pareció porque sentí un ligero apretón en mi mano y después…—me detuve un poco para aclarar un poco mi garganta y limpiar las lágrimas que corrían a caudales por mi cara. —… y después el sonido de aquella máquina conectada a su corazón, indicándonos que ya no había respuesta… indicándonos que mi hermano había fallecido. Trataron de reanimarlo durante un periodo considerado de tiempo, pero nada cambió y entonces comprendí que había perdido a mi mejor amigo. Que no volvería a despertar jamás, que nunca habría nuevamente una sonrisa suya para mi, que ya no habría quien peleara conmigo, para después decirme cuanto me quería y lo afortunado que era por tener una hermana como yo. Ya no habría nadie que me cuidara como sólo él sabía hacerlo, ya no habría más tardes de hermanos, donde siempre podíamos hablarnos con sinceridad y frente a frente, comprendí también, había perdido a uno de los pilares de mi felicidad— me detuve.

—… ¿sabes cuál es una de las cosas que más duele? —

— ¿cuál? —respondió mirándome.

— Que no pude decirle cuanto lo quiero, y que no sabe, cuanto me hace falta—dije y sentí unos brazos envolviéndome, dándome consuelo.

—estoy seguro que él lo sabe, y que nunca te dejará sola, aun que no lo veas, el está cada momento cuidando de ti—me dijo manteniéndome contra su pecho, acariciando mi cabello, mientras yo dejaba nuevamente a las lágrimas correr libremente.

—Hay una parte de mí que quiere odiarlo por haberme dejado aquí, sola, pero después pienso y se que es absurdo sentir eso, y me reprendo a mi misma por tan solo dejar que una idea como esa se asome por mi cabeza—. Después de unos minutos me aparté un poco, había mojado su camiseta con mis lágrimas, y ahora sentía vergüenza por eso.

—Lo siento, ya arruiné tu ropa—dije sonriendo tímidamente y secando los rastros de lágrimas que habían quedado en mi cara. Él rió.

—eso no importa, me gusta que compartas eso conmigo, me haces sentir especial—dijo y volvió a reír. Simplemente perfecto, ¡su sonrisa era malditamente contagiosa! Y me hizo reír a mí también. ¿Cómo era posible que aquél chico no tuviera a ninguna chica? Y lo digo en pasado por que ya tenía una, o al menos eso quería creer yo.

—que… ¿qué es lo que me haces? —dije repentinamente.

— ¿a qué te refieres? —preguntó un poco desconcertado.

— ¿Como es posible que te cuente este tipo de cosas que me niego en contar a otras personas? ¿Cómo puede ser posible que confíe en ti, cuando casi no te conozco? —dije analizando las ideas.

—tengo esa influencia en la gente—respondió con una sonrisa coqueta, arrebatando de mis labios nuevamente otra sonrisa. El susto anterior había podido pasar, no podría olvidarlo, pero obligaría a mi mente a bloquearlo por mi bien. Necesitaba saber algo, algo que sólo él podría aclararme, una pregunta que podría cambiar las cosas, a partir de ahora ¿qué éramos? había un rastro de temor en mí a causa de su respuesta, pero tenía que saberlo.

—tengo… tengo que preguntarte algo—dije y se giró hacia mí, dirigiéndome su completa atención.

—te escucho ¿qué pasa?—

¡Dios! ¿Por dónde comenzar? Ahora que estaba por preguntarlo era mucho más difícil de lo pensado, pero ya había metido la pata, ahora tenía que saber salir de eso.

—bueno… pues… mmm… que… ¿qué somos ahora? —dije apartando mi mirada de la suya, girándome hacia otro lado. Sentí su mano sobre mi barbilla, girándome lentamente para encontrar su mirada.

—mmm… ¿necesitas palabras o acciones? —preguntó con una sonrisa asomándose por las comisuras de sus labios. Se acercó a mí y me besó, mientras yo respondía con la misma intensidad. ¡Dios mío! Esperaba no pudiera él sentir el acelerado latido de mi corazón. Sentía como si pudiera perderme en su boca por siempre. Si aquello era un sueño, definitivamente era uno del cual no quería despertar. Anudé mis brazos alrededor de su cuello y sentí como él me impulsaba más hacia él. Comencé a recostar mi cuerpo en el sofá y sentí tan solo un poco de su peso sobre mí, mientras una de sus manos se mantenía en mi espalda. Me separé por la falta de aire y nos quedamos mirando fijamente a los ojos. Su cabello ahora estaba un poco despeinado y noté que el también jadeaba.

—creo… creo que prefiero las acciones—dije y le di la sonrisa más atrevida que pude, dado a que mi respiración aún estaba agitada. Él apartó un poco de cabello de mi cara y le sonreí radiante. Todo aquello que Vladimir me hacía sentir no se podía comparar con nada que hubiera vivido antes, y después de las experiencias que había compartido con él eso era algo cercano a algún tipo de felicidad.

El silencio se prolongaba, pero no hacían falta las palabras, las miradas transmitían más que suficiente.

— ¿sabes? Me gustaría aclarar mejor el punto—dije sonriendo. Me sonrió de vuelta y se acercó a mí quitándome el aliento nuevamente aún recostados sobre el sofá. La puerta del garaje se escuchó al abrirse y entonces supe que mis padres habían llegado. Vladimir y yo nos separamos rápidamente y nos acomodamos en el sillón justo cuando mi padre entraba por la puerta.

—Tamyra. ¡Dios! Estás bien—dijo mi padre cuando se acercó a mí y me sostuvo por los brazos inspeccionándome para después fundirme en un gran abrazo sobre protector. Por sobre su hombro vi a Vladimir quien tenía una pequeña sonrisa en su rostro. —Cuando nos llamaron no supe que pensar—

— ¿Los llamarón? —pregunté.

—Claro, de la escuela. Dijeron que habías tenido un altercado con un profesor ¿Qué fue lo que pasó? —preguntó mi padre. No quería decirle lo que había pasado, era aterrador, pero tenía que hacerlo.

— ¿Recuerdas al profesor Ryans? —el asintió. —Trató de abusar de mí. ¿Ves? —dije mostrándole las heridas de mi cara y algunos moretones en mis brazos. Su expresión cambió drásticamente de la preocupación a la furia con una mano sobre la mía y la otra formando un fuerte puño, y tengo que decir, que la mirada en sus ojos me dio un poco de miedo. —Pero estoy bien gracias a Vladimir—justo cuando dije esto él se giró mirando al susodicho que al parecer no había notado al llegar.

—Vaya…gracias—le dijo mi padre extendiéndole una mano para estrecharla. Vladimir la tomó. —no hay de que—respondió éste.

—Creo que es hora de que me vaya—dijo nuevamente Vladimir. —Creo que necesitan hablar—se levantó del sofá y casi choca con mi madre quien iba entrando en la sala. Ella le dio una mirada fría y retadora, para luego asentir.

—gracias por traerla a salvo—dijo ella, pero pareció forzado. ¿Qué pasaba con ella? Ni siquiera lo conocía y ya lo juzgaba. Típico.

Vladimir asintió y me dio una última de sus hermosas sonrisas y salió de la casa.

—puedo… olvidé decirle algo, ya regreso—dije y me paré del sofá directo hacia la salida. Lo alcancé caminando a una casa de distancia. — ¡Vladimir! —grité y el se giró para encontrarme. Rápidamente regresó sobre sus pasos hasta donde yo me encontraba.

—Necesitas habl…—lo interrumpí lanzando mis brazos alrededor de su cuello y acercándome para besarlo. Éste movimiento pareció sorprenderlo, pero de igual manera me respondió colocando sus manos en mi cintura.

—Tenía que hacerlo. No creo ir mañana a clases, necesito estar un poco lejos de aquél salón—dije cuando me separé de él, aún con mis brazos alrededor de su cuello.

—Me alegro que lo hicieras—dijo sonriendo. —y si, es buena idea que no vayas mañana, estaré más tranquilo al saber que estás en casa—respondió y acercó su cara más a la mía hasta que nuestras frentes quedaron juntas. —Te extrañaré mañana—.

—oh, yo creo que sobrevivirás—dije sonriendo y le di un corto beso para apartarme.

—Ahora debo entrar, necesito aclararles algunas cosas—.

—va a estar bien, ellos te aman—

—sinceramente a veces parece que solo mi padre se preocupa por mi, pero está bien. Me voy—dije volteándome y trotando de nuevo hacia mí casa. En la puerta me detuve para verlo una vez más. Estaba esperando a que entrara por completo en mi casa. Sonreí y le dije adiós con una mano y cerré la puerta.

Regresé a la sala donde mis padres se encontraban. Mamá aún estaba parada sobre el marco de la entrada a la sala mientras que papá se encontraba sentado en el sofá. Me acerqué a él y me senté.

—Bien, ahora necesito saber que pasó—comenzó él.
—Yo… yo necesito recostarme—dijo mi madre. —Con permiso—y se retiró subiendo por las escaleras hacia su habitación. La seguí con la mirada hasta que se perdió de mi vista y sólo escuché su puerta cerrándose. No lloraría, a estas alturas ya debería estar acostumbrada a eso. Pretendiendo estar bien me giré hacia él.

—Ella… estaba muy preocupada—

—Pues la verdad no lo parece—dije soltando un suspiro.

—Hay que tratar de comprender un poco… entonces dime—.

—El profesor Ryans llevaba acosándome varios días. Hoy encontró el motivo perfecto para mandarme a detención con él. Vladimir trató de estar conmigo en el castigo, pero no sabemos como hizo para conseguir que yo tuviera que cumplir detención solo con él—Asintió. Estaba completamente atento a cualquier cosa que dijera, sabía que mi padre se encargaría del asunto. —entonces ya estando ahí con él. Quiso abusar de mí. Yo traté de defenderme papá—dije con lágrimas en mis ojos. —pero el era más fuerte que yo. Me golpeó para que me quedara tranquila rasgó mi ropa y… y hubiera logrado lo que quería si Vladimir no hubiera llegado con ayuda… yo… yo estaba tan asustada, no quiero pensar en que es lo que hubiera pasado si él no llega—terminé y entonces mi padre me abrazó nuevamente, acariciando mi cabello con ternura.

—todo está bien, tu estás bien y es lo más importante. No te preocupes, yo me encargaré de ese tipo—

—No quiero ir a clases mañana ¿puedo quedarme en casa? —

—Claro princesa—dijo. Princesa, hacía tiempo que no me decía de aquella manera, exactamente desde la muerte de mi hermano. Tal parecía que se había llevado toda la alegría de la casa con él. Pero ahora al estar así con mi padre supe que aún había esperanzas de que mi familia recobrara un poco de su ánimo. Ahora sólo faltaba tratar con mamá, y ese era un asunto más complicado. Estuvimos así por un rato hasta que me decidí romper el silencio.

—Ella está bien ¿cierto? —pregunté apartándome para mirarlo a los ojos, aquellos de los cuales años atrás mi madre se había enamorado, los cuales mi hermano había sido el afortunado de sacar y que eran casualmente del mismo color de los de Vladimir, al parecer el patrón se repetía; mi padre definitivamente era guapo, pero mi madre era muy bella también, formaban una gran pareja, y yo esperaba algún día formar una buena familia, justo como lo era la mía antes de aquello.

Mi parecido con mamá siempre saltaba a la vista, o eso es lo que todos decían; yo me considero afortunada de ser siquiera la mitad de hermosa de lo que es ella. Y me dolía ver que la tristeza en su mirada lograba empañar un poco toda aquella belleza que poseía, y yo quería ver nuevamente aquél brillo de felicidad en sus ojos. Esperaba fuera pronto.

—Eso creo—respondió él sacándome de mis pensamientos. —Es lo que ella nos hace creer—continuó con una mirada perdida. Yo sabía que él también aún estaba triste, pero era fuerte y sobrellevaba eso de una muy buena manera, dado el estado en que mamá aún se encontraba. Se que perder a un hijo no ha de ser fácil, pero ¿acaso para ella yo no existía? Me sentiría como un mueble más dentro de ésta casa siempre sola, si papá no estuviera.

—Siento como si también la hubiera perdido a ella. Ya nunca están en casa y cuando están nunca hablan conmigo, especialmente ella, a veces pienso que hubiera sido mejor si el accidente lo hubiera tenido yo—dije sin pensar muy bien lo que decía, dejándome llevar por el sentimiento de vacío que tenía en mi interior. Me giré para verlo y su mirada era inexpresiva, su boca una línea.

—Jamás vuelvas a decir eso Tamyra, ¿me escuchas? ¡Jamás! —dijo mirándome fijamente a los ojos. — ¿Tu crees que nosotros estaríamos mejor si hubieras sido tu? ¡No saques conclusiones equivocadas! —ahora gritaba, de pie junto al sofá donde yo estaba sentada.

— ¡pues a veces así lo parece! —grité igualmente. Sabía que no debía gritarle, pero no pude contenerme.

— ¡Jamás hubiéramos querido perder a ninguno de ustedes Tamyra! Primero yo antes que ustedes. Fue algo duro, pero estamos tratando de sobrellevarlo de la mejor manera que podemos, se que para ti no es suficiente, y discúlpanos por descuidarte, pero esto ha sido difícil y lo sabes—dijo nuevamente y pude ver algunas lágrimas resbalando por sus mejillas, nunca había visto a mi padre en aquél estado, y ahora entendía que me había extralimitado con mis palabras. No podía entender el dolor de la misma forma que ellos, me había dado cuenta un poco tarde, cuando ya había sido todo dicho.

— ¡Lo siento! —dije lanzándome a sus brazos. —yo… no quería ponerte en este estado papá, discúlpame—. Después de unos segundos sentí sus brazos sobre mi espalda abrazándome también.

—Está bien. Para todos ha sido difícil, te prometo que las cosas cambiarán ¿de acuerdo? Poco a poco, pero cambiarán y ése profesor pagará por lo que hizo—Y con ésa promesa me perdí entre su cálido abrazo.


* * *

Una calle llena de gente se abría paso ante mí. La mayoría de las personas llevaban compras en sus manos. Y entonces me encontré abriéndome paso junto a otra señora, a la que al mirar bien reconocí como la madre de la chica del sueño anterior y entonces comprendí que me encontraba atrapada nuevamente en uno de ellos.

Llegamos hacia un modesto puesto de comestibles y un señor de gesto amable y edad avanzada nos sonrió. La mujer comenzó a escoger algunas cosas y a meterlas dentro de la cesta que llevaba en brazos. Pagó con unas cuantas monedas, me tomó del brazo y me llevo caminando. Junto a la entrada de una tienda se encontraban varios chicos de clase alta según se notaba en sus trajes de sastre. Miraban hacia cada una de las chicas que pasaban por el lugar, que comparando sus ropas con las mías, quedaba bastante claro que su estatus social era más alto que el de la chica en la que me encontraba atrapada. Según recordaba su nombre era Analise, pero todo aquello era confuso. Sentir una penetrante mirada me hizo girarme para encontrarme con su dueño. Uno de los chicos que había visto fuera de la tienda; vestido con elegantes ropas y una petulante expresión en su cara, parecía mirarme fijamente. Volteé para ver si efectivamente era hacia mí, y así era. Sus ojos claros y su cabello peinado hacia atrás, y en su cara luciendo una radiante sonrisa cuando mi mirada encontró la suya. Rápidamente me giré y seguí caminando, sin mirar más. Cuando nos detuvimos en un pequeño establecimiento lleno de gente, repentinamente frente a mi había una delicada rosa roja con un listón atado a su tallo, giré mi cabeza un poco hasta encontrarme con el joven que me había estado observando

Cabello corto, un poco alborotado, ojos claros y un poco rasgados, nariz bien perfilada y boca un tanto grande, mas alto que yo claramente. Me miraba intrigado, entonces detuve mi análisis, bastante parecido a alguien que conocía.

Justo cuando abrió su boca para pronunciar palabra, desperté.

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