diciembre 04, 2009

Capítulo VIII "Disculpas a un Orgullo Herido"

Mi tía salió de la cocina segundos después de que yo entrara en la casa. Me vio recargada en la puerta justo cuando de mi boca salía un pequeño suspiro. Me dio una pequeña sonrisa cómplice y volvió a entrar en la cocina, esa era una clara seña de que quería hablarme.
—nuevo galán ¿ha?—me dijo sonriendo mientras terminaba de untar mermelada en un pan.
— ¿qué? ¿De qué hablas?—dije haciéndome la inocente, pero creo que mis expresiones faciales no fueron del todo convincentes ya que soltó una carcajada.
—Tamy, si no te conociera tan bien en verdad me habrías engañado—
—bueno, había que intentarlo ¿no?—dije con una pequeña sonrisa
—definitivamente; pero entonces platícame de él—dijo dándome un par de panes con mermelada encima haciéndome señas para salir de la cocina.
Fuimos hasta la sala, donde se encontraba el sofá y nos sentamos; mordió uno de sus panes y entonces me habló:
—Entonces… ¡cuéntame!—dijo mientras masticaba.
—esta bien. No hay mucho que contar, solo que es el chico nuevo de la escuela, viene de Inglaterra…—me vi interrumpida por que comenzó a ahogarse con el pedazo de pan que había mordido.
— te… ¿te encuentras bien?—pregunté mientras le daba pequeñas palmaditas en la espalda. Cuando pudo tranquilizarse para hablar fue bastante extraño.
— Entonces… ¿qué pasó con tus padres?—dijo desviando la mirada hacia un punto en la distancia y con bastante nerviosismo. Era más que obvio que quería cambiar de tema, pero ¿por qué?, esta definitivamente no era una actitud normal en ella.
— ¿Segura que te encuentras bien tía?—
— Claro, claro… y ya te he dicho que es Janett—dijo nerviosa. — pero creo que ahora es más importante lo que pasó en tu casa.
— En verdad… no quiero hablar de eso, me siento mal de tan solo pensarlo—
— pero sabes que debes contarme para poder ayudarte, Tamy—dijo con el tono con el cual siempre me hacía confesar las cosas.
— bien, ¿no tengo otra opción cierto?—dije mientras ella negaba con la cabeza. Comencé a relatarle todo lo que había pasado desde que los chicos habían llegado a mi casa; era bastante agradable platicar con mi tía por que en verdad se preocupaba por mí, aun en las situaciones más difíciles trataba de entenderme, para mi era como una segunda madre, ya que desafortunadamente la primera no desempeñaba muy bien su papel desde hace un par de años.
— Me siento tan mal de que no puedan confiar en mí, casi nunca los veo y cuando tengo la oportunidad tiene que ser solamente para pelear, es bastante agotador. —dije con un suspiro, hundiendo mi cara sobre mis manos que se encontraban a la altura de mis piernas.
— Tienes que pensar que por una razón tienen derecho a molestarse, la vez pasada no termino muy bien; déjame terminar—dijo en cuanto vio que yo iba comenzar a protestar. — sabes que es cierto, pero por otro lado del modo en que me lo cuentas siento que fue un poco exagerado toda esa situación, cuando pudo haberse arreglado hablando como la gente normal…¿cuál era el nombre del chico del accidente?—
— Su nombre es Bruno, es el hijo de los famosísimos Hals… pero te juro que quería morirme en ese preciso momento, ¡pero de vergüenza!; Vladimir vio todo aquél alboroto—
— co… ¿como se llama?—preguntó.
— ¿Quién?... ahh, Vladimir, Vladimir Douglas—respondí. Su cara cambió drásticamente de expresión, parecía tristeza, miedo, rabia, pero en verdad no supe descifrarla muy bien; no me veía, noté que hacía todo lo posible para evitar mi mirada; ¿dónde quedaba la seguridad que siempre había mostrado?; que yo recordara jamás la había visto bajar la mirada.
— tía ¿Qué pasa?, haz estado un poco rara… — dije acercándome un poco para que pudiera verme a los ojos y tal vez así pudiera descifrar un poco mejor su expresión.
— nada… yo… estoy cansada es todo, creo que será mejor que me vaya a la cama, deberías hacer lo mismo, ya es tarde—me dijo mientras se levantaba de su lugar e iba a la cocina a dejar los trastos que habíamos ensuciado. Comenzó a subir las escaleras rápidamente, y con un simple gesto de mano desde un punto más alto de la escalera me gritó:
— ¡Buenas noches!—y después solo escuché el sonido de la puerta de su habitación cerrándose.

Me quedé sola en la sala de estar, confundida en verdad, aquello había sido bastante raro, pero comprendí que era mejor no preguntar nada, porqué sabía que no me diría que le pasaba. Subí a la habitación que mi tía siempre tenía preparada para mí, dispuesta a descansar un poco, el cansancio de todo el día comenzaba a cobrarme factura.

* * *

Me encontraba escondida detrás de unos viejos barriles, una pequeña disputa estaba llevándose acabo unos pocos metros por delante de mí. Inspeccioné rápidamente mi atuendo entonces concluí rápidamente que era otro de aquellos sueños raros que estaba teniendo últimamente, y que en definitiva esta vez me encontraba viviéndolo y no solo observando.

— ¡pero no puedes entregársela así sin más!... es… ¡sólo tiene dieciséis años!—escuché que gritaba la mujer al hombre que estaba junto a ella.
— ¡entiende mujer! ¡No he podido hacer nada!... él la quiere solo a ella, no aceptará nada más y… —vi que se detuvo y miró en mi dirección mientras la mujer se giraba llorando de manera que solo se podían escuchar sus sollozos.
— Analise, hija, acércate—me dijo el hombre haciéndome una seña con sus manos. Me acerqué hacia donde estaban.
— ¿Qué es lo que pasa?, ¿porqué lloras madre?—me sorprendí, como las veces anteriores, de que aquella voz saliera de mi garganta. Me acerqué a ella y rápidamente secó las lágrimas de su rostro y me acercó a ella, abrazándome fuertemente.
— ya no eres una niña, es hora de que formes tu propio hogar—dijo aún abrazándome.
— ¿mi propio hogar?; no querrás decir que yo tengo que... —en cuanto dije esto ella rompió a llorar nuevamente.
— no podemos hacer nada… el lo ha dicho claramente. El no se conformará con otra cosa, solo a ti como… pago—
— entonces… ¿debo irme con él cierto?—pregunté. Sentía que la rabia y la tristeza me carcomían por dentro. No sabía muy bien que era lo que pasaba, pero en ese momento era lo que sentía. El hombre a quien ya lo sabía como padre de aquella chica llamada Analise, solo asintió con la cabeza mientras bajaba la mirada derrotado.
— ¿Cuándo?—dije nuevamente.
— Mañana al medio día, él vendrá personalmente, para que no tratemos de hacer nada imprudente según dijo—
—…está bien, si es lo que quiere para librarte de la deuda aquella, lo haré padre—dije rindiéndome yo también. Las miradas de ambos padres se encontraron y sin mirarme nuevamente decidieron entrar en la casa. Me recosté sobre un pequeño catre, dado que la casa era realmente pequeña, y según se veía con bastantes decadencias. Sentí como una pequeña ráfaga de sueño caía sobre mí, pero bastante ligero, después de un buen rato el fuerte sonido en una puerta me hizo despertarme, la mujer se acercaba rápidamente a mí y entonces la escena cambió.

Me encontré andando rápidamente sobre un caballo por el bosque, caía y me sentía empujada hacia atrás. La escena cambiaba continuamente; imágenes felices con un chico volaban por mi mente, luego se convertía en angustia, seguía corriendo para salvarme. Todo en mi mente se cruzaba, las imágenes de todo aquellos sueños se presentaban ante mí como si fueran uno solo, después sentí nuevamente como mi cuerpo caía al vacío.

— ¡Tamyra!... ¡Tamyra despierta!—escuché la voz de mi tía mientras sentía como agitaba mi cuerpo para que reaccionara. Abrí lentamente los ojos y enfoqué su rostro, se le veía muy preocupada pero un poco de alivio se reflejó en su expresión cuando me vio despierta. Mis ojos ardían y tenía muchísimo frío; sentí como mi cuerpo comenzaba a temblar.
— te… tengo frí…frí… frío—dije tratando de hundirme en las delgadas mantas que estaban sobre mi cuerpo. Los temblores comenzaron a hacerse más intensos, como aquella vez me había pasado cuando Vladimir me había acompañado a casa; a diferencia de que esta ocasión lo sentía un más intenso. Mi vista se nublaba, mis ojos ardían demasiado, sentía gotas de sudor descendiendo de mi cara y de todas partes de mi cuerpo, en mi cabeza nuevamente comenzaron a pasar las imágenes de aquellos extraños sueños, pero especialmente uno perduró más que los otros; era el peor sueño de todos, aquél en donde se practicaba aquella tortura, la que yo había sentido como si en verdad hubiera estado ahí. La imagen del chico que estaba ahí ahora se apreciaba con más claridad, su pelo mojado por el sudor cayendo sobre su frente, era claramente Vladimir. En cuanto dirigió una mirada hacia donde yo me encontraba volví a la realidad; con un último espasmo y un grito de dolor que quedó atorado en mi garganta dejé de sentir aquel frío que parecía querer congelarme hasta la muerte. Traté de tranquilizarme para que mi respiración se normalizara, pero aquello iba a tardar un buen rato.
Ella me veía con una expresión de miedo en su rostro, pero instantes después se transformó en una mueca de tristeza seguida nuevamente por la preocupación.
— ¿te encuentras mejor linda?—
—… si, un poco… me siento muy cansada… pero…—
— ¿Pero qué?—me preguntó dulcemente mientras acariciaba mi cabello.
— Tengo miedo—
— ¿Miedo de qué?—preguntó nuevamente.
— de soñar—dije en apenas un susurro. —en los últimos días he tenido sueños perturbadores, muy raros… incluso hay veces que puedo sentirlos como si de verdad estuviera ahí—continué estremeciéndome por pensarlo. Su expresión siguió igual pero ahora ya no me miraba, si no que al igual que ayer, miraba hacia la nada.
— Será mejor que descanses, ya más tarde podremos hablar Tamy—me dio un beso en la frente y salió de la habitación dejándome nuevamente sola. Decidí tratar de dormir otra vez, rogando al cielo no tener alguno de esos sueños nuevamente.


Eran las cinco de la tarde cuando me desperté por segunda vez, habían pasado ya seis horas desde aquél episodio. En verdad había dormido bastante, más de lo que hubiera podido dormir en los últimos días, y realmente me hizo bien; tenía la mente más despejada y creo que hasta mi cara, y el brillo de mis ojos lo confirmaban. Decidí tomar una ducha, en la casa de mi tía Janett tenía un pequeño guardarropa, ya que cada semana me quedaba en aquella casa; el baño me supo a gloria, salí envuelta en una toalla con un poco de agua escurriendo por mi cabello, fui al espejo de cuerpo completo que se encontraba en la habitación y comencé a cepillarme el cabello, cuando terminé me quede unos minutos solo mirando mi reflejo, casi muero del susto cuando en el reflejo que el espejo me brindaba, justo a un lado de mi cabeza, cerca de mi oreja izquierda se dibujaron un par de ojos rojos como la sangre, que parecían mirarme fijamente; mi instinto me llevó a hacerme hacia atrás y cerrar mis ojos, seguramente cuando los abriera ya no estarían ahí; justo eso hice y pasó, en el espejo ya no había nada más que mi reflejo aterrorizado. Determinada a no querer estar sola por más tiempo me vestí lo más rápido que pude, recordando que ese día vería también a Vladimir. Bajé las escaleras y fui a buscar a mi tía, pero no había señales de ella en toda la casa, todo estaba demasiado silencioso, más de lo que me hubiera gustado.

Recordé que no había tenido oportunidad de traer mi ordenador portátil, así es que rápidamente fui a encender la televisión que se encontraba en el estudio, sentía que todo ese silencio podría volverme loca, o quizá ya estaba paranoica y me asustaba por todo. Bajé algunos cosméticos que había dejado la visita anterior y comencé a ponerme un poco de maquillaje, esperando que las ocho de la noche llegaran. Terminé de maquillarme, y vi que apenas eran las siete con treinta minutos mi estómago comenzó a gruñir y recordé que no había comido en absoluto, ya que me había pasado el día dormida. Fui hacia la cocina y me preparé unos sándwiches de lo más sencillos y me dispuse nuevamente a ver la televisión.

Las manecillas del reloj avanzaban, cuando menos me di cuenta ya era la hora, así que esperé paciente que en cualquier minuto tocaran a la puerta. Los minutos siguieron corriendo y pronto ya eran las nueve de la noche, no había señales de Vladimir; esperé, quizás tuvo algún imprevisto o algo por el estilo. Las diez de la noche llegaron pronto y no había señales de nadie, ni siquiera de mi tía Janett. Me sentía un poco mal, ¡me había dejado plantada!; eso era definitivamente algo que nunca me hubiera esperado, pero había algo aun más raro, que me sentía extrañamente demasiado mal por ese hecho, ¡eso era una ridiculez!; llevaba muy poco tiempo de conocerlo para que causara ese sentimiento de pesar en mi, pero parecía ser inevitable.

Justo cuando el reloj dio las once de la noche, decidí dar mi espera por terminada; era más que obvio que no vendría y yo necesitaba regresar a casa, fui a la habitación por algunas de mis cosas y bajé justo cuando mi tía entraba por la puerta principal.

— ¿acaso pensabas irte sin decir siquiera un adiós?—me dijo a modo de regaño, pero yo sabía que no había en absoluto nada de eso. Algo debió haber visto en mi expresión, por que de inmediato se puso un poco más seria. — ¿qué pasó Tamy?—
— Nada… tengo que regresar a casa—dije desviando un poco la mirada.
—como que no pasa nada, entonces ¿por qué la cara triste? ¿Es por un chico?—
— ¿por un chico…?—me vi forzada a dejar de protestar, con su mirada me aseguraba que había dado en el clavo, y así lo había hecho, ¡odiaba cuando eso pasaba!.
—Solo… solo no vino… es todo—dije tratando de restarle importancia al asunto, ya que en cierto punto me avergonzaba un poco decirlo.
— ¿entonces…?—
— Entonces nada, el mundo no se va a caer por eso—dije caminando un poco más hacia la puerta.
— Tal vez no el de todo el mundo, pero parece que el tuyo ha sufrido un breve colapso—dijo disimulando una sonrisa.
— no, es solo un chico…--
— un chico que te trae loca, ¡acéptalo!—
— ¿qué? ¿Loca por el?... no, no, no ahora si que te equivocas yo no…—
—deja de hacerte la desinteresada, por que créeme que nada lograrás, te conozco más que nadie y a mi no me engañas—me dijo mirándome divertida.
— ¿Qué te parece si me llevas a casa y en el camino platicamos?; ya es un poco tarde y mañana tengo escuela—
—De acuerdo, pero más te vale que me digas todo—dijo abriendo la puerta para que yo saliera; cuando estuve fuera ella salió tras de mi y nos fuimos directo al auto.

La casa de mi tía se encontraba a poca distancia cuando salimos en el auto; entonces me miró inquisitivamente para que comenzara a hablar.
—Está bien—suspiré y entonces proseguí. – no sé por qué pero, tiene algo que hace que quiera estar con el a todo momento. Su mirada, su olor, su voz, su forma de caminar completamente arrogante, todo de él me parece atractivo…—
—Ayer lo besaste—dijo mientras manejaba.
— ¡lo sé!; y fue la más increíble sensación que pude haber sentido; antes, en la fiesta de ayer, estuvimos a punto de besarnos, pero ya sabes que siempre hay algún inoportuno y esa fue Aline, pero entonces pasó lo de mis padres y el me acompañó, como ya te platiqué ayer… es que… no puedo describirte con palabras que fue lo que sentí en esos momentos, pero fue como si ya lo conociera de antes—
— ¿iban a salir hoy también cierto?—
—cierto… no sé por que siento como si me estrujaran el corazón, está completamente fuera de lugar ¡apenas lo conozco! Y ya me pasa esto… soy un verdadero desastre—
— ¡nada de eso!, solo estás deslumbrada por el chico nuevo y misterioso—
—tal vez pero, ya me lastimaron mucho una vez ¿recuerdas? No quiero que lo vuelvan a hacer, seria demasiado; por eso mismo había tenido en mente no volverme a ilusionar de esa manera con alguien—
—y es comprensible, pero no puedes estar cerrándote las puertas cada vez que te llega una oportunidad, no es sano—
—Tampoco es sano que te lastimen a cada instante—dije volteando hacia la ventana viendo hacia la nada, en realidad. Pasamos los últimos minutos en silencio y pronto llegamos a casa; abrí la puerta para salir del auto pero la voz su voz me detuvo.
— solo dale una pequeña oportunidad, quizás pueda sorprenderte—. Me dijo mientras me guiñaba ligeramente un ojo. Yo sólo asentí distraídamente y salí del auto con rumbo hacia la entrada de mi casa. Entré sin mirar a ningún lado, puesto que casi podía asegurar que la casa estaba sola o mis padres ya se encontraban dormidos. Subí a mi habitación; no estaba cansada, sin embargo me sentía mal, la cabeza me daba pequeñas punzadas en las sienes y la luz de la habitación al encenderse fue casi una tortura; la apagué y me metí a la cama así sin ponerme el pijama ni nada, después de un rato ya no supe de lo que me rodeaba.

Era lunes, el día que más odiaba de toda la semana, por ser el inicio de ésta. Llegué a la escuela temprano como siempre, acompañada de Julissa y Aline mientras hacia como que escuchaba el parloteo de ésta última acerca de su “estupendo” fin de semana fue entonces cuando lo vi, de pie justo a un lado de mi casillero, obviamente esperándome. Ni siquiera me acerqué y fui directo hacia el aula donde me correspondía mi primera clase de aquel espantoso día. Era la clase de matemáticas, “no hay mejor forma de iniciar el día que con una buena dosis de cálculo integral”, pensaba irónicamente. Me senté en el lugar de siempre, justo a la mitad del salón decidida a prestar la mayor atención en mi clase.
La profesora entró minutos después cargando un gran libro de cálculo, “¡definitivamente será una clase divertida!” seguía pensando. Comenzó a escribir varias fórmulas en la pizarra y el leve ruido de la tiza golpeando aquella superficie, hacía que mis nervios se alteraran, siempre había detestado ese sonido, pero nunca con tanta intensidad como ahora, muy apenas se escuchaba sobre todo el parloteo de mis otros compañeros. Terminó de escribir aquellas fórmulas minutos más tarde y se giró para poner orden en el lugar; habló, pero su voz llegó a mí como un suave murmullo incomprensible. Torcí mi cara en un gesto de “no entendí absolutamente nada” y la profesora lo notó porque enseguida se dirigió a mi.
— ¿Entendió señorita Fontage?—me preguntó atentamente. Ahora sentía como toda la clase se giraba hacia mí; en otro momento aquello no me habría importado en absoluto, pero hoy en verdad me irritaba.
— amm… si, si claro—respondí.
— Entonces pase a resolver el primer ejercicio—dijo. Casi sentí congelarme por la sorpresa y me levanté lentamente de mi asiento.
— Es para hoy señorita—dijo nuevamente cuando ya me encontraba frente a la pizarra con la tiza entre mis dedos sin hacer nada, entonces el lugar estalló en risas.

Fue entonces cuando pareció que todo colapsaba. Mis manos temblaban, mi cabeza parecía dar mil vueltas, los números y letras escritos en la pizarra, parecieron cobrar vida revolviéndose alrededor de todo aquel espacio verde. Mi vista comenzó a nublarse, sentí mis piernas flaquear y como mi cuerpo comenzaba a caer; logré sujetarme al filo de la pizarra pero aun así sentí como mis rodillas rozaron el frío piso del aula. Unas fuertes manos me sujetaron por la cintura, haciéndome sentir como si flotara y las letras formaron una frase que solo alcancé a leer levemente: “Ya es tiempo”. Ya fuera del salón todo comenzó a aclararse y de pronto me encontré en brazos de un chico a quien no recordaba conocer.
— ¿qu…qué haces?; ¿Quién eres?; ¡Bájame! —
— Tu cabeza duele ¿cierto?—preguntó con una voz que me pareció increíblemente familiar.
—no te interesa… ahora ¡bájame!—grité, entonces el accedió y me bajó de sus brazos. Entonces pude verlo más claramente. Cabello corto, un poco alborotado, ojos claros y un poco rasgados, nariz bien perfilada y boca un tanto grande, mas alto que yo claramente; me miraba intrigado, entonces detuve mi análisis, bastante parecido a alguien que había soñado.
—Respondiendo a tus preguntas, soy Hudson Sladen, nuevo en la escuela; y te llevaba a la enfermería como me ordenó la profesora, tal parece que tuviste un colapso nervioso o algo por el estilo… ¿tu cabeza aun duele?—dijo.
—…si un poco, bueno, bastante pero no te preocupes puedo llegar a la enfermería sola, gracias—
—no será necesario, puedo ayudarte si me lo permites, claro—me dijo. Yo sonreí.
—no me lo tomes a mal pero, no veo nada con lo que me puedas ayudar—cuando terminé de decir esto, el ya estaba muy cerca frente a mi.
—Solo relájate y no hagas preguntas…—dijo. Acercó sus manos a mi cabeza y entonces colocó la yema de sus dedos sobre mis sienes. Sentí una especie de corriente recorriendo mi cuerpo, estaba realmente cerca de mí, mirándome fijamente.
—Tamyra…—escuché una voz al otro lado del pasillo. El supuesto Hudson se alejó rápidamente como si lo hubieran empujado hacia atrás. Era Vladimir. Se acercó rápidamente hacia donde me encontraba y entonces vi la mirada de rabia que le dirigió al otro chico.
— ¿Te encuentras bien?—preguntó colocando sus manos sobre mi cabeza y cara, inspeccionándome. Lo que había hecho aquél chico había sido bueno, las punzadas en mi cabeza habían desaparecido, ahora me sentía mejor para terminar de una vez con todo.
— ¿Ahora te importa?; ¿porque no nos hacemos un favor y simplemente nos ignoramos?... para mi ese beso no significó nada, y creo que lo mismo piensas tu—mentí.
—No… ahh… es justo lo que quiero explicarte, no pude…—
—Déjalo, no importa, de cualquier manera estuve ocupada—lo interrumpí y seguí mintiendo.
—escucha, en verdad iba a ir pero…—se interrumpió y entonces dirigió su vista hacia Hudson que aun se encontraba ahí recargado en los casilleros del pasillo contemplando la escena divertido.
—Oye, ya es suficiente, tengo que irme. Aplicaré la idea de ignorarte, créeme que para ti será mejor así—dije con bastante arrogancia. ¡Mentirosa, mentirosa!, aquello dolía bastante, pero era preferible desde ahora a que después al tratar de hacerlo mi corazón terminara de colapsar. Su expresión fue una mezcla de arrepentimientos y tristeza, estuve a punto de retractarme y acercarme a besarlo nuevamente con tal de que su expresión cambiara a un poco de alegría, y que me diera un de sus increíblemente sexys sonrisas; pero me obligué a no mirarlo más, me giré sobre mis talones y me dirigí hacia el otro lado del pasillo; doblé la esquina y entonces sentí como una pequeña lágrima resbalaba por mi mejilla.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

Hola!!

espero y les haya gustado!... perdon nuevamente por la demora, pero la universidad me trae loquísima!! =S

Si les gutó déjenmelo saber en un comentario pleaseeee!! me motivan a seguir escribiendo! =)

que esten bien!

ciaO! =D

0 comentarios:

Publicar un comentario