octubre 17, 2009

Capítulo VI "Así de Cerca"

Lo que hizo que me despertara fue el ruido cercano de un motor. Me levanté hasta quedar sentada y froté mis ojos, miré hacia mi reloj y eran las seis de la mañana y mis padres como era obvio acababan de llegar. Me quedé pensando en aquel sueño del que había despertado. Uno de los hombres era muy parecido a Vladimir el chico nuevo de la escuela, y su apellido era igual. ¿Acaso estaría soñando con alguno de sus antepasados? Y si así fuera ¿Porqué?, lo acaba de conocer y no sabía mucho de el.
Definitivamente todo aquello era raro, también aquella chica igual a mi, me daban escalofríos de solo pensarlo. Tenía miedo de todo aquello que me estaba ocurriendo, y tuve más miedo aun de que aquello me llevara directo a la locura. Estaban también las convulsiones que había tenido cuando estuve con Vladimir, de solo recordarlo sentí entre terror y un poco de paz, recordando el confort que se sentí en sus brazos, el olor que despedía e incluso escuchar el latir de su corazón con un ritmo rápido me hizo sonreír. Ansiaba de cierto modo verlo y preguntarle acerca de lo que había visto, quizás y milagrosamente el pudiera darme una respuesta.

La mañana pasó rápido y cuando me di cuenta ya era la una de la tarde, el hambre comenzó a molestarme, se me había olvidado desayunar, mejor dicho, no me había dado hambre hasta ahora. Decidí salir a hacer unas pequeñas compras ya que en la casa no había nada que me apeteciera comer.

Llegué al pequeño supermercado y fui directo hacia el pasillo donde se encontraban las pastas y seleccione mi favorita, los macarrones. Tomé una bolsa y me dirigí a buscar queso. Al girar por un pasillo choqué con una persona, volteé a ver quien era y casi se me sale el corazón del pecho al encontrarme con esos hermosos ojos verde intenso mirándome.
-lo siento—dijo el.
-no, no te preocupes iba distraída yo también—dije tratando de sonar normal. Nos quedamos en silencio por un rato, mirándonos de vez en cuando.
-iré a buscar… el… amm, el queso—dije.
-¿tienes algo que hacer en la noche?—preguntó repentinamente. Vacilé en contestar pero cuando finalmente hablé…
-no— casi podía sentir el calor subiendo por mis mejillas.
-¿te gustaría ir a cenar, o dar un paseo… conmigo?—.
-… si, me gustaría— dije sonriendo y comencé a caminar mientras el también comenzaba a caminar junto a mi. Llegamos hasta donde estaba el queso y tomé uno. En silencio seguimos andando hasta llegar con la dependienta en la caja, era la chica que me había atendido ya varias veces. ¿Acaso el me estaba esperando? Lo miré por un segundo, ¡Dios! ¡Era realmente guapo!, me sentía la mujer más afortunada del mundo tan solo por poder dirigirle la palabra. La dependienta me miró y se giró rápidamente hacia mi acompañante y lo examinó, volteó nuevamente hacía mi y discretamente me guiñó un ojo, yo solo le dirigí una sonrisa cómplice. Salimos del establecimiento entonces me giré hacia el.
-tengo que irme… en verdad necesito comer—dije sonriendo un poco y colocando mis manos sobre mi estómago.
-¿Quieres que te lleve?, creo que así podrías llegar mas rápido ¿no crees?—dijo sonriéndome de vuelta.
-mmm…--dije simulando pensar una respuesta. —para mi suena bien, si no es mucha molestia para ti claro está—.
-¡no!... digo, no para nada—evidentemente tratando de ocultar su entusiasmo, al igual que lo estaba haciendo yo. —Sería un placer para mi llevarte, vamos—dijo señalando el lugar donde se encontraba su transporte, me sorprendí un poco al ver que era una motocicleta deportiva, de un color negro combinado casi delicadamente con blanco, realmente increíble tal y como su propietario. Caminé cerca de la moto contemplando lo increíble que era sin animarme a subirme. En realidad me daba pánico, esas cosas corrían a gran velocidad y no quería imaginarme lo que pasaría si no me sostenía bien.
-amm… creo que… creo que mejor caminaré—dije nerviosamente –gracias de todos modos—.
-pero… -- comenzó – ¿no me digas que te da miedo?—dijo con una mirada entre divertida y acusadora.
-¿miedo? Ah, ¡¿miedo?!...—dije tratando de parecer indignada –…bueno la verdad es que… si un poco—acepte apenada. Solo escuché el sonido de su risa, que mejor dicho era una carcajada, pero era uno de los sonidos más hermosos que pude haber escuchado, tanto que me hizo reír a mí también. Hubiera sido cualquier otro chico y que se olvide de una oportunidad, pero con Vladimir me pasaba diferente, estando con el me sentía tan libre de ser simplemente yo, sin tener nada que aparentar y me agradaba como se sentía aquello.
-vamos no pasará nada, conduciré lento si así lo prefieres—me dijo tratando de convencerme con su encantadora sonrisa y tendiendo una mano hacia mi, la acepté y subí de poco a poco a la moto. Ya arriba en la parte de atrás aun tenia un poco de miedo, Vladimir se subió, me puso el casco y me pidió que me sujetara a el fuertemente. Arrancó tan rápido que lo único que pude hacer fue soltar un grito, solo sentía el aire golpear mi cara por el hueco del casco mientras me aferraba mas a Vladimir hasta dejar mi cabeza recargada en su espalda mientras el seguía riendo por mi miedo. Aspiré el olor de su perfume que me atraía tanto como la miel a las abejas, el miedo se fue apartando poco a poco de mí, pero cuando menos me di cuenta ya habíamos llegado a mi casa, pero yo seguía sujetándome a el.
-Creo que ya llegamos—dijo un tanto divertido. Claro que sabía que habíamos llegado, pero otra cosa era que no podía apartarme de el. Me obligué a por fin a apartarme de el, bajó rápidamente de la motocicleta y después me ayudó a bajar, pero ninguno contó con que una orilla de mi pantalón se atascó en algún punto haciéndome tropezar. Vladimir rápidamente me sostuvo y nuestras caras quedaron a pocos centímetros; nos miramos por un buen rato hasta que el sonido de mi teléfono móvil irrumpió en la atmósfera rompiendo la conexión que manteníamos. Lo saqué de mi bolsillo y vi que era un mensaje de Aline diciendo que ella y Julissa vendrían a mi casa por un rato y llegarían en aproximadamente dos horas, conociéndolas sabía que esa pequeña “reunión” no traería nada bueno. Le respondí con solo un “ok… aquí las espero” y volví a guardarlo; dirigí mi mirada nuevamente hacia el, que me observaba fijamente haciendo que me sonrojara. La expresión en su rostro cambió repentinamente, no pude descifrar si fue preocupación o miedo, quizás fue una mezcla de ambas.
-Será mejor que entres—dijo un poco cortante y entonces me percaté que sus manos estaban hechas puños, como si estuviera conteniendo su rabia pero, ¿rabia de que? Asentí distraídamente y comencé a caminar hasta la entrada seguida de el, cuando estuvimos en el porche solo me dio una radiante sonrisa mientras señalaba que entrara en la casa. Así iba hacerlo hasta que el hermoso sonido de su voz interrumpió mi retirada.
-entonces… ¿a las siete está bien?—me dijo.
-a las siete, claro—dije dándole la mas sincera sonrisa que pude y entré a mi casa mientras escuchaba el pedido de mi estómago ansioso por comida, olvidándome por completo de preguntarle acerca de su .


Las chicas llegaron a la hora que habían dicho, pensábamos solo ver una película o algo que pudiéramos compartir como amigas, pasamos un buen rato haciendo cosas de chicas como pintarnos la uñas, las típicas mascarillas, que para nosotras eran casi un ritual, entre otras más actividades. El timbre sonó. Me fui directo a la puerta y la abrí; era Jack quien había llegado y para mi sorpresa detrás de el un gran grupo de chicos, la mayor parte de estos del equipo de la escuela. Entraron en mi casa con cajas de refrescos, botanas y todo lo necesario para hacer una fiesta.
-ya era hora—dijo Julissa acercándose a tomar una bebida.
-pero… ¿qué?—comencé a decir haciéndome escuchar entre todos— ¡organizaron una fiesta sin avisarme!—terminé tratando de controlar la ira que comenzaba a invadirme.
-bueno… así una fiesta en forma no es Tam—trató de justificarse Aline. —aparte sabíamos que tus padres no estarían y si te preguntábamos dirías que no y…—
-¡claro que diría que no!... sabes que no tengo permitido hacer algo así, ¡no sin permiso previo!—dije saliendo un poco de mis casillas.
-bueno tranquila, te prometemos que para la hora en que tus padres lleguen ya nadie estará aquí ¿ok?—me dijo Julissa.
-…esta bien, pero cuando yo diga se van, se van ¿de acuerdo?—dije tratando de controlarme mientras todos asintieron. Después de un corto tiempo comenzaron a llegar y llegar mas personas y pronto mi casa estuvo llena de gente, mas extraña que conocida. Caminaba por entre todos aquellos chicos, verificando que todo siguiera en el orden en que estaba. Miré el reloj en la pared y casi me caigo de la impresión, faltaban tan solo ¡cinco minutos para las siete! Y no me había arreglado aun, no al menos de la forma que me gustaría. Subí a mi habitación y lo más rápido que pude me vestí con un pantalón que se ajustaba a mi cuerpo, y una blusa de color azul cielo sin mangas; arreglé mi cabello y demás cosas para verme presentable, no se que iba a hacer, podía pedirle que se quedara en la fiesta en lo que todos se iban o esperarme hasta el momento y hacer lo primero que se me ocurriera. Bajé hasta donde estaba toda la gente y milagrosamente escuché el sonar del timbre de la puerta por sobre todo aquel ruido, fui hasta ella y al abrirla me encontré con su hermosa mirada y su irresistible sonrisa; su vestimenta era casual, unos jeans oscuros, una camiseta roja y su cabello algo despeinado lo hacían ver extremadamente atractivo, no pude hacer otra cosa más que sonreír como una tonta.
-Hola—dijo el.
-Amm… hola—solo atiné a decir. En verdad su presencia hacía que me sintiera nerviosa, ¡a quien quería engañar!, el tipo me gustaba y el cosquilleo en mi estómago no hacía más que confirmarlo.
-veo que estás ocupada, podemos salir otro día por mi no hay problema—me dijo aún con una sonrisa.
-no, ¿te importaría quedarte un rato?, digo, en lo que todos se van—pregunté de manera un poco tímida.
-me encantaría, pero no conozco a nadie—dijo.
-¡bah!, me conoces a mi que es lo importante—dije a modo de juego tratando de sonar importante, cosa que hizo que su sonrisa se ampliara más, sintiéndome un poco tonta nuevamente.—ven pasa, no muerden te lo aseguro —giré tomando su mano para que entrara en la casa y solo escuché el débil sonido de su risa.

Cuando entramos todos se giraron a vernos y conforme íbamos pasando se podía escuchar el murmullo de la gente que sabía hablaba del recién llegado. Pasamos junto a Julissa, Aline y Jack que se encontraban platicando y con otras personas, pude ver la cara de incredulidad de ellas mientras que la de Jack era odio puro. Como si nada pasara ignoré sus caras y seguí caminando con Vladimir siguiéndome hasta llegar a uno de los sofás que se encontraba libre; nos sentamos y tratamos de conversar siendo conscientes de que aun éramos la comidilla de la fiesta.
-esta no era precisamente la cita que esperaba, pero está bien—comenzó él.
-lo siento, no planeé nada de esto, solo llegaron y no…—
-hey, está bien, solo bromeaba, lo único que quiero es poder verte—dijo mientras acercaba su mano a la mía y un ligero rubor subía por sus mejillas. Por ese instante pareció que el mundo se detuvo y que solo nos encontrábamos el y yo, perdiéndome en el verde de sus hermosos ojos
-… entonces esto está bien—dije teniendo por fin su mano tomando la mía y sonreí. Pasamos así por un tiempo que pareció relativamente corto ya que un fuerte golpe hizo que me sobresaltara haciendo que rompiera la hermosa atmósfera donde nos encontrábamos. Me levanté rápidamente y fui hasta el lugar de donde se escuchó aquello; el alboroto vino de la cocina donde un par de chicos bastante alcoholizados estaban teniendo una pelea, viendo que nadie hacía nada por parar aquello traté de meterme y separarlos, pero me quedé solo en el intento ya que cuando uno de ellos tiró un puñetazo al otro éste cayó hacia atrás golpeándome junto a la boca y haciendo que me fuera hacia atrás cayendo sobre unos fuertes brazos; me giré y era Vladimir quien me había sostenido, delicadamente me puso a un lado de todo aquél alboroto y fue directo a separar los chicos que continuaban tirándose golpes sin percatarse de lo que había ocurrido, y tuvo mejor efecto del que yo hubiera esperado, ambos chicos rápidamente se tranquilizaron y dejaron de golpearse mientras solo se dedicaron a mandarse miradas de odio. Vladimir indicó a los chicos que estaban cerca de ellos que se los llevaran fuera de la cocina y no volvieran a dejarlos juntos, obedeciendo los chicos jalaron a sus amigos y se los llevaron fuera dejándome sola con aquél hermoso chico de ojos verdes.
-¿te encuentras bien?—preguntó acercándose a mi.
-si estoy bien… solo me aahh…--dije mientras tocaba mi cara en el lugar donde había recibido el golpe.
-tienes un poco de sangre, pero no se hinchará—dijo Vladimir inspeccionando el lugar, justo al lado de mis labios, tomando un pequeño pañuelo que traía consigo limpió el pequeño rastro de sangre que había; me dolió, pero traté de disimular. Su toque en mi cara fue como una corriente eléctrica que me hizo estremecer, la piel de sus dedos era suave y su mano estaba delicadamente posada en mi barbilla mientras yo miraba sus ojos, aquellos que con solo verlos un segundo eran capaces de hipnotizarme por completo. Recordé el sueño, recordé al hombre y recordé mi duda; creo que mi mirada y postura cambiaron, por que el pudo sentirlo y retiró su mano poco a poco y dio un pequeño paso hacia atrás.
-te…-comencé a decir, pero me vi interrumpida por par de chicas que entraron abruptamente en la cocina, haciendo tanto escándalo como si hubieran entrado diez. Pusieron toda su atención en mi acompañante y comenzaron a lanzarle miradas coquetas; sentía la ira correr por mis venas, ¡¿que acaso no veían que el estaba conmigo?! Era yo la que le interesaba no ellas pero toda mi idea cambió cuando les dirigió una de “MIS” sonrisas, de acuerdo esto estaba mal, Vladimir y yo no teníamos nada así que necesitaba salirme de ese lugar antes de hacer algo de lo que no estaría muy orgullosa. Me volteé rápidamente y caminé en dirección a la puerta y salí de ahí; me fui directamente hacia el estudio de mi padre, que el se quedara con esas dos si eso era lo que en verdad quería.

Entré en el estudio y cerré la puerta tras de mi, no soportaba mi cabeza, sentía unas pequeñas punzadas en las sienes que eran como ajugas clavándose en mi cabeza; caminé hasta encontrarme con el sofá que había dentro y me senté tratando de ignorar todo el ruido y a toda la gente que había fuera de esas puertas, coloqué mi cabeza entre mis manos y me incliné hasta posar mi frente en mi piernas. Me quedé así por un buen rato hasta que escuché el sonido de las puertas del estudio abrirse, volteé para ver de quien se trataba y me sorprendí un poco al ver que era Vladimir.
-¿puedo pasar? O ¿prefieres estar sola?—preguntó tímidamente solo asomando su cabeza por el espacio abierto de las puertas.
-claro pasa—dije incorporándome bien en el sofá. El entró y cerró la puerta tras el caminando lentamente recorriendo el lugar con la mirada. Mi padre tenía una gran colección de libros de los cuales podía decir que a lo mucho yo había leído unos veinte, el caminó por enfrente del librero checando los títulos sonriendo con unos y haciendo pequeñas muecas en otros. Tomó un libro y pareció gustarle lo que en el había ya que después de unos segundos lo cerró y volvió a colocarlo en su lugar se giró hacia mi y comenzó a recitar, mientras yo como siempre solo podía atinar a verlo-
-“Tu pecho está cargado con todos los corazones, que yo supuse, en mi ignorancia, muertos; y allí reina el Amor con todas sus amantes partes y todos los amigos que yo creía extintos”—paró por unos segundos y se acercó apresuradamente a mi sentándose a mi lado y tomando mis manos entre las suyas, mirándome fijamente a los ojos continuó—“Cuántas sagradas y obsequiosas lágrimas extrajo de mis ojos el amor religioso en interés de los muertos, que aparecen ahora como cosas remotas que en ti yacen ocultas!...Tú eres la tumba en que el amor sepulto ahora vive, adornado con los trofeos de mis amores idos, que todas sus partes de mí a ti te dieron, pues ese haber de muchos es tuyo ahora solo—deteniéndose nuevamente ahora tomando en una de sus manos mi barbilla acercándome un poco mas a el sin dejar de mirarme a los ojos mientras yo podía sentir como el calor subía por mis mejillas.—Sus imágenes que amé las veo en ti y tú, con todos ellos, lo tienes todo del total de mí.”— terminó y nuestros rostros se encontraban ahora solo a unos pocos centímetros. Yo podía sentir en mi cara su aliento, fresco y atrayente como la menta, seguramente el también podía sentir el mío relativamente cerca; cerró sus ojos, aspiró el poco aire que había entre nuestros rostros y sonrió enormemente, como quien aspira un rico aroma, disfrutándolo como pocos me había tocado ver.

-se escucha aun mas hermoso cuando tu lo recitas—le dije mientras sus ojos seguían cerrados, como disfrutando el momento, al igual que yo debería estar haciendo si no me sintiera tan nerviosa como en aquél momento.
-creo que es perfecto para nuestro proyecto de literatura ¿no lo crees tu?—dijo el abriendo nuevamente sus ojos mirándome fijamente.
-… oohh… si… si claro…el…el proyecto…respondí torpemente. El solo sonrió haciendo que mis piernas temblaran, de haber estado de pie seguramente hubiera caído rompiendo el momento. Poco a poco fue acortando más la distancia entre nuestros rostros y comenzó a trazar delicadamente el contorno de mis labios que cosquillearon con su toque, no estoy segura si el pudo sentirlo pero dejó de hacerlo y me acercó un poco más hasta que sus labios rozaron los míos, lo que hizo que mi cuerpo sintiera una especie de electricidad inexplicable. Sus labios seguían rozando los míos sin llegar a concretar un beso, eso comenzaba a desesperarme. Me acerqué solo un poco mas y a punto de sentir sus labios completamente una brisa se coló por el pequeño huequillo que quedaba entre nosotros viniendo acompañada de una voz…

-Tam tienes que…—escuché la voz de Aline. Rápidamente me aparté de él y miré hacia la puerta. —oh lo siento, no era mi intención interrumpir, pero Tam, Jack no está bien—
-¿Por qué?¿qué pasa?—pregunté.
-Tú sabes como se pone cuando toma de más y pues…—la expresión en su cara me dijo todo, definitivamente había un problema. Asentí y me levanté del sofá dirigiéndome hasta las dobles puertas del estudio, antes de salir me giré hacia donde estaba Vladimir.
-lo siento—susurré. En su rostro vi un poco de decepción, pero me sonrió e hizo un ademán para que fuera tras Aline. Sonreí amargamente y salí de la habitación, ¡pero vaya que momento más inoportuno! Esto no iba quedarse así, había estado así de cerca de besarlo y no me iba conformar solo con el intento, eso si que no, pensando en esto me fui tras Aline.

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